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Básicamente hay dos tipos de vehículos híbridos: los que combinan motores de combustión y eléctricos y los que utilizan varios combustibles, aunque esta última alternativa, que algunos fabricantes venden como “híbrido”, es en realidad bifuel (básicamente los de gas GNC o GLP). Por esta razón, nos centraremos en los que son híbridos por combinar motores de combustión y eléctricos.
Dentro de los híbridos eléctricos tenemos también que diferenciar entre varias tecnologías: los Mild Hybrid o microhíbridos y los híbridos convencionales.
Qué es un mild hybrid o microhíbrido
Esta tecnología está en pleno auge y prácticamente todas las marcas la ofrecen en sus gamas. Este sistema lo que hace es sustituir el generador tradicional del coche por una máquina que es reversible. Mientras que el alternador sólo puede funcionar como generador, en los microhíbridos el ISG (integrated starter generator) o BSG (beltdrive starter generator) es una máquina que puede funcionar como motor eléctrico, si lo alimentamos con energía eléctrica, o generar electricidad para cargar las baterías, si lo hacemos girar solidario y arrastrado por el motor de combustión.
La ventaja de este sistema es que permite recuperar algo de energía en las frenadas y retenciones y guardarla en una batería algo mayor de lo normal (que puede ser de 12, 24, 48 o 110 voltios) para utilizarla después para dar un leve empujón al motor de combustión en las fases de aceleración y arranque, reduciendo el consumo.
En ningún caso estos coches se mueven exclusivamente con el empuje del motor eléctrico, siempre es el de combustión el que mueve las ruedas, a veces, ayudado por el ISG.
Los fabricantes prometen unos ahorros de combustible alrededor del 5% gracias a esta tecnología.
En la práctica, las ventajas para el cliente real son imperceptibles y podría decirse que su única ventaja real es que obtienen la etiqueta Eco de la DGT.
Qué es un coche híbrido
En un coche híbrido lo que tenemos es, además de la tecnología anterior, una batería de alta tensión y de mayor potencia capaz de alimentar un motor eléctrico de mayor potencia también y que sí es capaz de mover el vehículo por sí solo en determinadas situaciones.
Al tener una batería de mayor capacidad y un motor eléctrico de tracción además del ISG, estos coches recuperan más energía en las frenadas que puede ser aprovechada en más ocasiones, reduciendo más el consumo y aumentando así la eficiencia.
Los fabricantes prometen unos ahorros de combustible en el entorno del 20%. Este ahorro sí es mayor que en el caso de los mild hybrid y sí se pueden obtener consumos muy favorables, especialmente cuando realizamos un uso intensivo del coche en ciudad.
Cuándo compensa un coche híbrido
Como decíamos antes, los mild hybrid o híbridos ligeros aportan pocas ventajas reales para el conductor. La realidad es que podríamos decir que es la forma más barata que tienen los fabricantes de obtener la etiqueta Eco en algunos mercados, pero para el usuario no hay beneficios en el consumo y sí una mayor complejidad técnica, además de una batería más cara de reemplazar y mantener.
En el caso de los coches híbridos convencionales, sí hay ventajas para aquellos usuarios que utilicen el coche principalmente en ciudad. En uso urbano, donde estamos constantemente arrancando y parando, los coches híbridos sacan mucho partido de su tecnología y aportan muchas ventajas. No sólo ahorran combustible, también son muy fáciles de conducir al ser todos con cambio automático y quitan mucho estrés por su silencioso funcionamiento y por estar mucho tiempo con el motor apagado en los atascos.
¿Cuánto cuestan las baterías de los híbridos?
Las baterías de los coches híbridos y eléctricos tienen un ciclo de vida limitado. A partir de un determinado número de ciclos de carga y descarga empiezan a perder rendimiento. Cuanta más capacidad pierde la batería, menos ahorraremos con el coche híbrido, ya que cargaremos con el peso de la batería pero apenas nos servirá para recuperar energía en las frenadas y aprovecharla luego.
Los fabricantes consideran que una batería está en mal estado cuando ha perdido el 30% de su capacidad original.
En cuanto al coste de sustitución de las baterías, éste depende mucho del modelo del vehículo, pero sus precios han bajado notablemente en los últimos años y, además, cuando se reparan no es necesario cambiar todo el conjunto de baterías. Se sustituye sólo el módulo que esté averiado, lo que reduce mucho el coste de reparación de las baterías, que en la actualidad ronda los 1.000 euros en muchos casos.