Una tarde con un coche de película: el DeLorean

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Mario Cortijo
09 de noviembre, 2015
Gustavo es dueño del único DeLorean que hay en Madrid y uno de los poquísimos automáticos de España, por lo que ver de cerca esta pieza de colección es como encontrarse un trébol de cuatro hojas.
Hay tardes que no se olvidan, menos si eres un amante del motor. Reconozco que durante mi camino hacia Las Rozas estaba nervioso, ya que un DeLorean no se ve todos los días. Se trata de un coche muy especial que, además, es un animal en peligro de extinción en nuestro país: en nuestro país hay muy pocos ejemplares y de la cadena de producción, solo un 25% eran automáticos como este ejemplar. Hagan sus cuentas.
Llegaba a Las Rozas y las pulsaciones iban en aumento. Estaba cerca de nuestro punto de encuentro y no sabía como iba a reaccionar al ver un coche tan mítico. Nada más llegar, ahí estaba: impoluto, cuidado hasta el más mínimo detalle y listo para posar ante mi cámara.
Gustavo, su dueño, esperaba tranquilamente mientras ojeaba las últimas actualizaciones de su smartphone. Según aparqué, un hombre ojiplático se acercó. “¿Me puedo hacer una foto?”, preguntó con timidez. “Claro”, contestó el propietario del vehículo, al que se le veía más que acostumbrado a recibir este tipo de peticiones. Saludé a Gustavo, que amablemente nos atendió y a los pocos segundos, a lo lejos se escuchó a tres niños pequeños gritando “¡¡¡es el coche del futuro!!!” mientras se acercaban con entusiasmo a observarlo.

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Estábamos en un lugar apartado, pero cada pocos minutos se acercaba algún curioso a observar el coche: su protagonismo en la saga de Regreso al Futuro no dejó indiferente a nadie y alzó a la categoría de leyenda un coche que, mecánicamente, tuvo avances muy interesantes pero sin llegar a marcar, ni mucho menos, un antes y un después a nivel de ingeniería.
Tras una primera toma de contacto, hice algunas fotos al vehículo mientras Gustavo me contaba algunos detalles del coche con una pasión indescriptible. De pronto, me invitó a subir al coche para buscar un sitio más bonito donde fotografiarlo y, por supuesto, lo hice: el acceso al coche era tremendamente cómodo pese a su baja altura, el habitáculo gozaba de un gran tamaño y los asientos eran muy confortables. De pronto, arrancamos para salir: el motor PRV V6 de 130 CV sonaba a auténtica gloria.
El olor era embaucador. El aroma a antaño estaba muy presente, ya que la tapicería de piel era la misma que salió de la fábrica de Irlanda del Norte en 1982. Todo estaba según salió de fábrica: el cambio de Renault, el marco del cuadro de Volkswagen,… Entrar al DMC-12 es como viajar a un pasado futurista. Sin duda, montarse en él es muy especial.
Su ubicación, en la parte trasera del vehículo, hace que su sonido, sin ser molesto, llegue de una forma mucho más pura al habitáculo. Me sorprendí con sus detalles técnicos: llegué pensando que pesaba más de sus 1.300 kg., que consumía más de los aproximadamente 11,0 l/100 km que gasta y que tenía una velocidad máxima muy limitada, algo que no es cierto: es capaz de alcanzar los 190 km/h, aunque la aguja marque 85 mph (casi 130 km/h).

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Buscamos un sitio bonito y comenzamos la sesión de una forma más exhaustiva. Las puertas de ala de gaviota, pese a su tremendo peso, tenían una apertura y cierre muy cómodo: eso es gracias a sus barras de torsión, que empujan y las sostienen en su punto más alto en una preciosa forma de ala de gaviota, apoyados en un hidráulico que hace de tope.
Los elevalunas son eléctricos, aunque solo parcialmente: debido a la forma de la puerta, la ventanilla completa no cabe, por lo que solo una parte de la ventanilla baja y sube; el resto se mantiene fijo. Además, debido al sistema de apertura de las puertas, las ventanillas están hechas para salirse de un golpe. De no ser así, en caso de vuelco, el DeLorean se convertiría en una prisión sobre ruedas.
Me fijé en otro detalle: ¿por qué el arco de la rueda es tan ancho? Siendo un deportivo, lo lógico, por estética, es que la carrocería y el neumático vayan muy juntos. Por supuesto, el propietario del DeLorean conocía la respuesta: por normativa americana, el DeLorean tenía que levantar sus faros, ya que de ser más bajos, el haz de luz enfocaba demasiado abajo.

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Era hora de echar un ojo al motor. Tras levantar una cubierta hecha de láminas de plástico, subimos otra cubierta. Ahí encontramos otra reliquia interesante: su sistema de alarma. Aunque está desactivado, su dueño lo ha mantenido por nostalgia.
Poco a poco, fue anocheciendo en Madrid y Gustavo tiene una idea: “¿Por qué no lo fotografías con las luces de posición?”. Su ocurrencia fue fantástica, ya que este vehículo cuenta con una iluminación anaranjada muy bonita que va en consonancia al color del cielo al anochecer. La silueta del DeLorean gana, en esta ocasión, más fuerza si cabe.
Además, los últimos rayos de sol brillan sobre el acero pulido de la carrocería, que tiene un dibujo muy especial. Lavarlo es complicado, ya que no basta con cepillo y agua: hay que pulir la superficie del DeLorean, algo que a la larga estropea la belleza de su superficie. Los ‘dedazos’ se marcan con facilidad sobre el vehículo, algo que dificulta la misión de llevarlo siempre limpio.

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Los curiosos se siguieron acercando sin parar. Viendo aquello, le pregunté: “¿Alguna vez te lo llevas a Madrid?”. Me contestó que sí, pero no de forma habitual. Llama mucho la atención y la gente no para de fotografiar su leyenda sobre ruedas, algo que a veces puede resultar molesto. “Yendo por una autopista, a veces el coche de al lado está más pendiente de mirar el DeLorean que de meterse en la vía”. También me llegó a reconocer que la policía le ha parado para admirar el coche.
Se hizo de noche y había que marcharse. A lo lejos vi alejarse la silueta de un coche tan mítico como escaso en el mundo. Tres niñas, que estuvieron admirando el coche durante la parte final de nuestro encuentro, me preguntaron si me monté en el DMC-12. “¡¡Qué envidia!!”, exclamaron. En ese instante, me di definitivamente cuenta de lo única y especial que habían sido esa tarde. Hasta siempre, DeLorean.
Un coche de muchos padres… y fácil de mantener
Sus características son tremendamente extrañas y especiales: se produjo en Irlanda del Norte, pero con el volante a la izquierda, ya que el mercado en el que John DeLorean pensó era el norteamericano; su diseño es italiano, nada más y nada menos que de Giorgetto Giugiaro, creador de joyas como el Maserati Ghibli o, también, de vehículos de gran éxito comercial como el Renault 21, el Seat Ibiza I o el Volkswagen Passat de primera generación.

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Por otro lado, su motor nace de una asociación entre dos fabricantes franceses y un sueco: el propulsor PRV de 130 CV fue una creación conjunta de Peugeot, Renault y Volvo. La caja de cambios automática también es de Renault y algunas piezas, como la cubierta del cuadro, está diseñada por la marca alemana Volkswagen. Su chasis, sin embargo, es italiano: corresponde a la marca deportiva Lotus. Sin duda, un cóctel de extraña, pero bella factura.
Lo más característico del coche son sus puertas de ala de gaviota: hay muy pocos coches en la historia de la automoción con este sistema de apertura. Además, el procedimiento para abrirlo también es extraño, ya que el tremendo peso de las puertas había que levantarlo y sujetarlo de algún modo. Debido a ello, a los ingenieros del coche se les ocurrió crear una barra de torsión que hiciera la fuerza suficiente para abrirla. Lo acompaña un hidráulico, que cumple la función de mantener la puerta arriba.
Por otro lado, sus ventanillas también son muy especiales ya que son de peaje ¿qué significa esto? Que la luna lateral se divide en dos partes: por un lado, una estructura fija y por el otro, una parte que sube y baja mediante un sistema eléctrico. ¿Por qué son así? Por la forma de las puertas: el gran acristalado que lleva el DeLorean no cabe en su interior, por lo que se optó por abrir solo una parte. Además, estas ventanillas, como un golpe hacia fuera, se salen; de este modo, en caso de vuelco, el conductor tiene una vía de escape.

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Pese a la gran historia que tiene detrás este coche, no es caro de mantener. Su sobreproducción durante los años en los que fue fabricado ha hecho que haya muchas piezas originales en stock para sustituir las que se estropeen. A través de una web, llamada delorean.eu, se pueden conseguir todos los componentes que el dueño de un DeLorean puede imaginar. Además, debido a la gran cantidad de piezas existentes, su precio no es muy alto, por lo que esta pieza de colección es más asequible de lo que muchas personas podrían imaginar.
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Comentarios
Hola, soy de una empresa de eventos y busco al propietaria pir favor de ese coche para una productora. Hemos localizado otros pero fuera de Madrid