Maniobras de cambio de dirección

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Autor: Autocasión
14 de mayo, 2009
Es una maniobra habitual, pero en vías secundarias entraña riesgos que pueden terminar en accidente. Analizamos los percances más habituales relacionados con este movimiento circulatorio.
El cambio de dirección es una maniobra habitual, pero en vías secundarias entraña riesgos que pueden terminar en accidente. Analizamos los percances más habituales relacionados con este movimiento circulatorio.
Si empezamos por analizar la forma correcta de ejecutar una maniobra de cambio de dirección, de acuerdo con la Ley sobre Tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, encontramos que en su Artículo 28. Cambios de vía, calzada y carril, dice textualmente:
- El conductor de un vehículo que pretenda girar a la derecha o a la izquierda para utilizar vía distinta de aquella por la que circula, tomar otra calzada de la misma vía o para salir de la misma, deberá advertirlo previamente y con suficiente antelación a los conductores de los vehículos que circulen detrás del suyo y cerciorarse de que la velocidad y la distancia de los vehículos que se acerquen en sentido contrario le permiten efectuar la maniobra sin peligro, absteniéndose de realizarla de no darse estas circunstancias. También deberá abstenerse de realizar la maniobra cuando se trate de un cambio de dirección a la izquierda y no exista visibilidad suficiente.
- Toda maniobra de desplazamiento lateral que implique cambio de carril deberá llevarse a efecto respetando la prioridad del que circule por el carril que se pretende ocupar.
- Reglamentariamente se establecerá la manera de efectuar las maniobras necesarias para los distintos supuestos de cambio de dirección.
Y el Reglamento General de Circulación, que desarrolla el articulado de la anterior Ley, establece en su Artículo 75 sobre Ejecución de la maniobra de cambio de dirección, que “para efectuar la maniobra, el conductor:
- Advertirá su propósito en la forma prevista en el artículo 109 -El conductor debe advertir mediante señales ópticas toda maniobra que implique un desplazamiento lateral o hacia atrás de su vehículo, así como su propósito de inmovilizarlo o de frenar su marcha de modo considerable. Tales advertencias ópticas se efectuarán con antelación suficiente a la iniciación de la maniobra, y, si son luminosas, permanecerán en funcionamiento hasta que termine aquella. …
- Salvo que la vía esté acondicionada o señalizada para realizarla de otra manera, se ceñirá todo lo posi
ble al borde derecho de la calzada, si el cambio de dirección es a la derecha, y al borde izquierdo, si es a la izquierda y la calzada es de un solo sentido. Si es a la izquierda, pero la calzada por la que circula es de doble sentido de la circulación, se ceñirá a la marca longitudinal de separación entre sentidos o, si ésta no existiera, al eje de la calzada, sin invadir la zona destinada al sentido contrario; cuando la calzada sea de doble sentido de circulación y 3 carriles, separados por líneas longitudinales discontinuas, deberá colocarse en el central. En cualquier caso, la colocación del vehículo en el lugar adecuado se efectuará con la necesaria antelación y la maniobra en el menor espacio y tiempo posibles.
- Si el cambio de dirección es a la izquierda, dejará a la izquierda el centro de la intersección, a no ser que ésta esté acondicionada o señalizada para dejarlo a su derecha. …
En ocasiones, aunque no se infrinjan de forma manifiesta las normas de tráfico, las maniobras de cambio de dirección hacia la izquierda generan situaciones de alto riesgo, especialmente cuando los vehículos que las realizan son precedidos por una fila de vehículos que obstruyen su visión. Estas situaciones desencadenan incidentes y algunos accidentes cuando un nuevo vehículo llega al lugar y su conductor decide adelantar a la fila que, en ese momento, se encuentran circulando en su mismo carril a velocidad reducida.
Ilustración de accidente por cambio de dirección
En estas imágenes se ilustra un accidente tipo con esta configuración: el conductor del vehículo que pretende desviarse al camino de la izquierda se aproxima, señalizando con su indicador, su intención desde una distancia considerable, arrimándose a la línea central y reduciendo velocidad. Los que le siguen se aperciben de la intención de girar hacia la izquierda y reducen su velocidad.
El conductor del primer vehículo verifica que en sentido opuesto no se aproximan vehículos, o éstos están lejos. Mira por el retrovisor y comprueba que los coches que le siguen han reducido velocidad, pero quizá no concede importancia a otro vehículo que se aproxima por detrás de estos por encontrarse aún muy lejos. Así que vuelve a mirar al frente y partiendo de una velocidad muy reducida, o incluso desde parado, comienza la maniobra de cambio de dirección hacia el camino de su izquierda. Entretanto ese nuevo vehículo -aquí una motocicleta- que se aproximaba circulando a velocidad adecuada y por su correcto carril de circulación ha llegado hasta detrás de los vehículos que le preceden.
El conductor de esa motocicleta, al observar que en sentido contrario no se aproximan vehículos y que aquellos que van por delante avanzan a poca velocidad, decide adelantarlos, no sin antes señalizar su intención con su indicador de dirección; el resto puede verse en las imágenes. La probabilidad de acabar en una violenta colisión es elevada, y por desgracia no son pocas las veces en las que estos factores concurren en nuestras carreteras, especialmente en vías secundarias.
Buscando soluciones, no responsabilidades de los conductores implicados, podríamos volver a analizar la evolución de los hechos para tratar de establecer algunas recomendaciones o mejoras que pudieran contribuir a evitar este tipo de situaciones conflictivas.
Empezando por el factor vehículo, si bien es verdad que en esta ocasión juega un papel muy marginal, pero se aprecia que los espejos retrovisores no han evolucionado de forma espectacular en los últimos años, y siguen presentando unos indeseables ángulos muertos que en nada contribuyen a evitar situaciones de riesgo en todas las maniobras de cambio de carril o de dirección.
Continuando con el factor humano, si bien parece que ninguno de los conductores ha tenido una conducta imprudente, ambos podrían haber evitado el accidente extremando la precaución. El conductor del turismo que efectúa el cambio de dirección advirtió con suficiente antelación y se cercioró de que la velocidad y la distancia de los vehículos que se acercaban en sentido contrario permitían efectuar la maniobra sin peligro. Pudo volver a mirar por sus retrovisores al iniciar el giro, en cuyo caso habría visto a la motocicleta, ya adelantando, y dado que avanzaba a reducida velocidad haber desistido el giro, retornando al carril derecho o deteniendo su turismo para que la motocicleta pasase por el carril izquierdo.
El motorista, que había advertido su intención de adelantar con antelación -probablemente desde la distancia su intermitente no era visible para el conductor del primer turismo, parcialmente obstruido por los vehículos que le seguían-, había comprobado que el carril que pretendía utilizar para adelantar estaba libre. Pudo anticiparse valorando que una fila de vehículos que reduce velocidad en un tramo recto puede deberse a que el primero frena para cambiar de dirección.
Para finalizar, el factor carretera podría aportar la solución más eficaz con la construcción de una raqueta de giro en el margen derecho. Quizá sea económicamente inviable para implementar en todos los caminos y vías secundarias, pero es eficaz y abordable en nuevos accesos. En los antiguos puede plantearse la prohibición de efectuar cambios de dirección hacia la izquierda si se construyeran cada cierto número de kilómetros raquetas para permitir el cambio de sentido y se señalizase la posibilidad de cambiar de sentido más adelante, ofreciendo la posibilidad de incorporarse al desvío con un cambio de dirección a la derecha que genera menos riesgo.
Cambio de dirección cuando hay un carril de incorporación finalizando
Otra variante de la anterior maniobra de cambio de dirección a la izquierda, todavía más conflictiva, es la que se produce cuando algunos metros antes de la vía situada a la izquierda finaliza un carril de incorporación a la misma. Esta situación conjuga ciertos factores que favorecen la confusión de los conductores y generan situaciones que podríamos calificar de muy alto riesgo.
En estas imágenes puede verse la secuencia de un accidente ten una configuración como la descrita. El conductor del turismo que accede a la vía principal desde el carril de aceleración lo hace de forma correcta, señalizando desde el inicio del carril con su indicador de dirección -intermitente izquierdo-. Aunque a una velocidad algo reducida -entre 50 y 60 km/h-, no obstaculiza la marcha.
El conductor de la furgoneta que se aproxima circulando en su mismo sentido se apercibe de la situación y no la interpreta como peligro por estar a bastante distancia del turismo precedente y tener permitida la maniobra de adelantamiento en su sentido -línea discontinua adosada a línea continua que impide el adelantamiento en sentido contrario-. Pero cuando el conductor de la furgoneta inicia el adelantamiento resulta sorprendido por el inicio -simultáneo o prácticamente simultáneo- de una maniobra de cambio de dirección a la izquierda por el turismo que le precedía, señalizada pero enmascarada por la incorporación desde el carril de aceleración.
Situaciones como éstas ocurren a diario y que en la práctica, nuestro sistema está centrado en la determinación de culpables, es decir, responsables del accidente, que casi en la totalidad de los casos figuran entre los conductores implicados, sin profundizar más en las causas intrínsecas del accidente.
Quizá es hora de buscar un compromiso social de todos los agentes del “sistema” (carreteras-hombres-vehículos), como el que proponen las políticas de seguridad vial que se están poniendo en marcha en países pioneros en la materia (por ejemplo Visión Cero en Suecia), y se pudiera priorizar la búsqueda de soluciones y la forma práctica de implementarlas. No se quiere decir con esto que el conductor quede exonerado de toda responsabilidad, sino que cada agente se responsabilice de hacer bien su parte, para ofrecer al usuario un sistema seguro y poder así exigirle con firmeza un comportamiento correcto.
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