Los mejores Citroën del centenario

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Rubén Fidalgo
21 de enero, 2019
Este año se celebra el centenario de la marca francesa y, como homenaje, hemos seleccionado los diez modelos de Citroën que más han destacado, algunos de ellos considerados como los automóviles más influyentes del siglo. Aquí va nuestra selección.
Fundada en 1919 por André Citroën, esta marca francesa es una de las más importantes en la historia de la automoción, especialmente en Europa, donde Citroën fue pionera en tecnologías sin las cuales el automóvil no habría llegado a donde está ahora. Hasta los años setenta, los modelos de Citroën se encontraban entre los más avanzados del mundo y, ahora que cumple un siglo de vida, damos un repaso a los mejores Citroën de su primer centenario.
Lamentablemente, ser pionero y avanzado a su tiempo tiene un enorme coste y, como muchos otros fabricantes que realmente arriesgaron lanzando vehículos realmente avanzados a su época, Citroën pasó por duras situaciones económicas que acabaron con ella en manos de otros propietarios. Primero Michelin, que la llevó a su etapa tal vez más esplendorosa, y más tarde Peugeot, quien, tras su adquisición en 1975, marcó un antes y un después en la historia de la marca, obligada a diseñar sus automóviles con los pies en la tierra, gracias a lo cual ha seguido viva hasta nuestros días, aunque con menos personalidad, dentro del Grupo PSA.
Los 10 mejores Citroën de la historia

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A lo largo de sus cien años de vida, Citroën ha sido una de las marcas que más innovaciones ha introducido en el automóvil. Algunas de sus creaciones supusieron una ruptura absoluta con todo lo precedente y marcaron cómo sería el diseño de los modelos posteriores del resto de marcas.
Su fundador, André Citroën, fue un verdadero visionario llevando a cabo acciones pioneras como ser el primer fabricante de automóviles en apostar fuertemente por la publicidad con campañas tan efectivas como:
- Iluminar la Torre Eiffel con el mayor rótulo luminoso del mundo en su época
- Escribir su apellido en el cielo con humo y avionetas sobre París en los años veinte
- Donar miles de señales de tráfico para las carreteras francesas con su nombre
- Ser el primer fabricante de automóviles en crear réplicas en miniatura de sus coches como juguetes para los niños, futuros compradores potenciales de sus vehículos.
- Las rutas que cruzaron por primera vez el Sahara, Asia (Crucero Amarillo) y África (Crucero Negro)
También fue el primer fabricante en ofrecer a sus clientes la posibilidad de comprar los coches a crédito, así como el primero en desarrollar un automóvil al gusto del público femenino de la época, todo ello antes de 1930, cuando marcas que hoy consideramos importantes ni siquiera existían.
Como homenaje a estos cien años de historia de Citroën, en Autocasión hemos seleccionado diez de sus modelos más importantes, de los cuales te contamos sus claves para que conozcas mejor esta marca.
Citroën Tipo A (1919-1921): el primer coche europeo fabricado en serie

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Citroën nació siendo una marca pionera. Su primer modelo, el Citroën Tipo A, fue el primer automóvil fabricado en serie en Europa, importando el concepto implantado por Henry Ford en los EE.UU.
Aunque se trataba de un coche sencillo, su fabricación era muy avanzada para su época, por delante del resto de fabricantes europeos. Se construía en la fábrica más moderna de Europa y, además, siempre se incorporaron las tecnologías, máquinas y herramientas más avanzadas del momento. Esta pasión por estar a la última era tal vez algo enfermiza y no era muy buena idea desde el punto de vista financiero, pero gracias a ello Citroën obligó a modernizarse al resto de la industria de la automoción europea si no querían quedarse descolgados.
Al Tipo A le sucedió el Citroën B, conocido como el coche de los médicos, un automóvil que destacó por ser el primer coche fabricado íntegramente en acero apenas empezada la década de los años veinte, cuando el resto de automóviles se fabricaban con un armazón de madera que luego se forraba de chapa.
Citroen «Rosalie» (1932-1938): el más seguro y resistente en su época

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Una vez más un modelo de la marca francesa tiene el honor de ser el primero en algo. En este caso se trata de la carrocería autoportante. Aunque la idea original era del Lancia Lambda, Citroën fue la primera en potenciar este tipo de construcción en un automóvil de gran serie.
Este nuevo tipo de chasis autoportante de acero era tan resistente que la marca realizó varias demostraciones que hoy en día serían impensables, como colocar un autobús cargado de gente sobre el techo del coche o lanzarlo por una ladera para demostrar su robustez y seguridad.
Además de su resistente carrocería autoportante de acero, el Rosalie destacó por su formidable fiabilidad mecánica. Un modelo aligerado y con una carrocería aerodinámica (apodado Petite Rosalie) estableció un récord que sigue sin haberse superado: recorrer 300.000 km sin detenerse en 134 días, una prueba indiscutible de su extraordinaria calidad de fabricación y fiabilidad.
Citroën Traction (1934-1957): la resistencia revolucionaria

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Ningún automóvil hasta la fecha incorporaba tantas modernidades como lo las que presentaba el Citroën Traction en 1934. En aquella época no existía ningún automóvil en el mundo que incorporase de fábrica el sistema de frenos hidráulico, carrocería autoportante de acero y tracción delantera.
También fue el primer automóvil en montar la mecánica sobre unos soportes elásticos en un subchasis delantero pensados para aislar el coche de las vibraciones del motor. La forma del bastidor en su parte frontal recordaba al pico de un pato, de ahí que le valiese el sobrenombre de «Citroën pato».
Este montaje de la mecánica también permitía bajar mucho el centro de gravedad de la carrocería y, además, fue el primer automóvil sin estribos laterales, ya que eran innecesarios para acceder a un habitáculo más pegado al suelo de lo habitual.
Su suspensión, los frenos y su estabilidad hicieron que este automóvil fuese uno de los de mejor comportamiento de su época, el preferido por los miembros de la Resistencia Francesa para huir de sus atentados contra los nazis.
Por desgracia, el desarrollo de este automóvil fue muy costoso y su diseño tan avanzado que las primeras unidades eran un quebradero de cabeza para sus compradores, acostumbrados a la formidable fiabilidad del Rosalie. Citroën mejoró rápidamente la fiabilidad del modelo hasta el punto de hacer que se mantuviese en catálogo la friolera de 23 años. Pese a su notable éxito comercial, los costes de desarrollo (y la afición al juego del fundador de la compañía) llevaron a una difícil situación financiera a la marca. André Citroën fue apartado de la dirección de su empresa y la familia Michelin, uno de los principales acreedores, se hizo con el control de Citroën en 1935.
Citroën DS (1955-1975): el coche más revolucionario de la historia

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Es considerado casi de manera unánime por todos los historiadores y expertos como el automóvil más revolucionario jamás fabricado y, además, es el único artefacto industrial considerado una obra de arte digna de ser expuesta como tal en un museo.
Cuando se presentó el Citroën DS en al mundo en 1955 no existía nada parecido, ni por diseño ni por tecnología. La diosa de Citroën reinventaba el automóvil y hacía que todos los demás modelos presentados en aquel salón como los más avanzados de cada una de sus marcas, quedaron inmediatamente desfasados. El Citroën DS nació veinte años por delante del resto de sus rivales.
Su carrocería aerodinámica era una locura. Carecía de calandra, su techo era de fibra de vidrio para bajar el centro de gravedad, contaba con tracción delantera y hace más de sesenta años podía presumir de contar con un sistema de dirección asistida, una suspensión con altura variable y control constante de nivel y los frenos más eficaces del mundo en su época gracias al sistema de asistencia de alta presión y los discos de 300 mm de diámetro en el eje delantero.
Si por fuera era una especie de platillo volante, su interior no le andaba a la zaga y contaba con un diseño tan futurista como los materiales empleados en su fabricación, ultra modernos… pero poco experimentados y delicados.
Jamás un automóvil despertó tanto revuelo al ser presentado al público, y no era para menos. Pese a tener uno de los motores más arcaicos y con las prestaciones más modestas del panorama mundial, el Citroën DS fue un objeto de deseo y la envidia de muchos, manteniendo su supremacía tecnológica durante los veinte años que estuvo en catálogo.
Además de los modelos producidos por la propia Citroën, el carrocero parisino Henri Chapron creó algunas de las carrocerías más bellas y estilizadas de la historia basándose en este modelo.
Las versiones coupé y cabrio del Citroën DS creadas por Chapron como los Le Dandy, Le París, Concorde o Caddy están entre las más codiciadas por los coleccionistas en la actualidad, con cotizaciones que superan fácilmente los cien mil euros, como el fabuloso Le París que sirve de portada a este reportaje.
Citroën 2CV (1948-1990): digno de Da Vinci

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Una de las frases más célebres de Leonardo da Vinci afirma que «la simplicidad es la máxima sofisticación«. En efecto, la máxima evolución de un diseño es aquella que logra que funcione perfectamente con el menor número de piezas y menor complejidad.
El Citroën 2CV es probablemente el automóvil que mejor representa esta máxima del genial da Vinci. Para el ojo inexperto es un coche simple, pero en su diseño están plasmadas verdaderas genialidades de ingeniería.
Su motor de dos cilindros refrigerado por aire puede parecer más propio de un ciclomotor que de un coche, pero cuenta con detalles técnicos que lo hacen único como el sistema de encendido por una bobina por cilindro con chispa perdida, empleado todavía en la actualidad, sus bielas están ancladas al cigüeñal sobre casquillos monobloque, como en algunos motores de competición.
La suspensión es otra obra de arte del ingenio y logra un confort y una adherencia inimaginables, convirtiéndose en una de las señas de identidad de uno de los automóviles utilitarios más eficaces jamás comercializado.
Citroën GS-GSA (1970-1986): el coche del año en 1970

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En el Salón de Ginebra de 1970 una de las grandes estrellas fue el Citroën GS, una berlina compacta que puso al alcance de una mayoría la tecnología del DS, hasta entonces reservada a niveles superiores. Galardonado con el premio de coche del año en 1971, este revolucionario automóvil se convirtió en uno de los coches más seguros de su segmento gracias a su formidable capacidad de frenada, una suspensión capaz de mantenerlo en una perfecta línea recta inalterable aunque explotase una de sus ruedas, algo posible gracias al sistema hidroneumático de suspensión heredado del mismísimo DS.
Sus prestaciones eran buenas en su día gracias a la moderna concepción técnica de su ligero motor de aluminio refrigerado por aire que contaba con árboles de levas en cabeza.
En 1972 se realizó sobre la base del GS el concept que puedes ver encabezando este apartado, diseñado por Camargue y con una llamativa línea coupé.
En septiembre de 1973 se presentó el Citroën GS Birrotor, un automóvil que prometía convertirse en algo excepcional, pero no por la escasez de unidades producidas, como finalmente ocurrió. Cuando se presentó este GS con motor Wankel de 107 CV (que proporcionaba unas excelentes prestaciones a un coche que apenas superaba los 900 kg de masa), se esperaba de él que se convirtiese en el ejemplo a seguir. Sin embargo, el motor diseñado por Felix Wankel y en el que Citroën y NSU habían puesto todas sus esperanzas creando el consorcio «Comotor» para su desarrollo, fue una pesadilla por sus fallos de fiabilidad y elevado consumo, algo que se veía venir tras los ensayos realizados en el formidable Citroën M35, uno de lo unicornios para los amates de la marca y que se merece un reportaje en exclusiva.
El Citroën GS evolucionó en 1979 con la presentación del GSA, que incorporaba elementos como el portón trasero y unos parachoques, interiores y pilotos traseros rediseñados.
Citroën SM (1970-1975): un prototipo llevado a la serie

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Presentado junto con el Citroën GS en el Salón de Ginebra de 1970, el Citroën SM hizo que muchos de los presentes se tuviesen que frotar los ojos para estar seguros de que lo que estaban viendo era real. En uno de los momentos de mayor esplendor de la compañía y tras haberse hecho con el control de Maserati, los optimistas responsables de Citroën habían decidido llevar a la producción en serie un automóvil que cualquier otro fabricante habría dejado en un simple concept con una lista de prestaciones imposibles.
Gracias a la compra de Maserati, Citroën por fin podía quitarse el estigma de no contar con una mecánica de prestaciones a la altura del resto de sus formidables automóviles. Los 170 CV (178 en el caso de los modelos de inyección y 180 CV para las mecánicas de 3 litros comercializadas en los EE.UU.) convirtieron al nuevo modelo de Citroën en el automóvil de tracción delantera más rápido del planeta, rozando los 230 km/h en una época en la que un Porsche 911 2.4 S tenía una punta de 232 km/h.
El Citroën SM nació con la intención de ser el gran turismo más eficaz del momento, un coche con el que cualquier conductor pudiera mantener el control a alta velocidad en largos viajes. Para ello contaba con la dirección asistida más avanzada del planeta, la primera con asistencia variable en función de la velocidad, una característica que hoy en día sigue siendo excepcional.
También contaba con un sistema que adaptaba automáticamente la frecuencia de barrido de los limpiaparabrisas a la cantidad de lluvia, suspensión hidroneumática con control de altura, faros direccionales de mando hidráulico y cuatro discos de freno que le permitían volver a destacar en el panorama mundial al convertirse en el coche con las menores distancias de frenado en 1971.
Desarrollado en un tiempo récord de apenas dos años, el SM nació de forma prematura y acusó la falta de experiencia de algunas de sus soluciones. Esto trajo consigo una mala fama sobre su fiabilidad que, unida a su elevado consumo en plena crisis del petróleo y la difícil situación financiera que la huida del capital de Fiat de su sociedad con Citroën, llevaron a una bancarrota a la compañía, que acabó con la compra de ésta por parte de Peugeot en 1975 y el fin de la producción del Citroën SM como primera decisión de sus nuevos amos.
Citroën CX (1974-1991): el coche del siglo

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En 1974 nació el último modelo de Citroën como marca independiente, el Citroën CX. Esta berlina logró un éxito notable y mantuvo un buen nivel de competitividad hasta el final de su producción frente a rivales mucho más modernos que él, en gran medida debido al perfeccionamiento del sistema hidroneumático que le confería una estabilidad y seguridad activa superior a la media.
El Citroën CX destacó tanto en su época que logró el premio de mejor coche del año en 1975 y ha sido galardonado recientemente como el mejor coche del año del siglo XX gracias a sus excelentes cualidades.
Gracias a la ubicación transversal del motor, el CX lograba un interior mucho más espacioso que el del DS pese a que su carrocería era prácticamente 30 cm más corta que la del mítico «tiburón». Heredó del SM la dirección asistida variable en función de la velocidad con autocentrado (conocida como «Diravi«).
Fue el primer modelo de la marca en incorporar mecánicas diésel y lo hizo sin renunciar a las prestaciones y el dinamismo, logrando el honor de ser el diésel más rápido del mundo gracias a los 195 km/h de velocidad máxima de la versión turbo diésel presentada en 1987, todo un logro para un abuelete que llevaba ya 13 años en el mercado, algo que deja claro lo avanzado que era su diseño, varios años por delante de sus rivales.
El Citroën CX fue también el primer coche francés en equipar el sistema de frenos ABS, presentado en 1986 con el lanzamiento de la segunda serie del Citroën CX.
Citroën Xantia (1993-2001): la mejor suspensión

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Citroën puso al alcance de casi cualquiera una tecnología que llegó a prohibirse en la Fórmula 1 porque los coches con la suspensión activa eran tan eficaces que sus velocidades eran excesivas para los circuitos y los pilotos dejaban de ser la pieza clave para los equipos. Los Citroën Xantia Activa contaban con un sistema de control de balanceo de la carrocería capaz de hacer que estos coches girasen completamente planos (bueno no, permitía una inclinación de 2,5 grados para que los conductores no se pasasen de confianza) fuesen a la velocidad que fuesen y girasen la curva del radio que fuese.
El secreto estaba en combinar los conocimientos adquiridos a lo largo de 50 años de experiencia con la suspensión hidroneumática y las nuevas posibilidades que la electrónica ofrecía, lo que permitía añadir unos gatos en las barras estabilizadoras para corregir el balanceo en curva.
Esta tecnología se ofreció en el Citroën Xantia, una berlina media que destacó por su solidez constructiva, aunque la falta de recambios en la actualidad está complicando bastante su conservación a los propietarios.
Con más de quince años a sus espaldas, todavía sigue siendo difícil seguir el ritmo de un Xantia Activa en un tramo virado en la actualidad, siempre que vaya bien calzado, pues el límite gracias a esa formidable suspensión lo ponía la adherencia de los neumáticos.
Citroën C6 (2005-2012): el canto del cisne

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Las grandes berlinas son un campo casi exclusivo para las marcas alemanas. Desde hace aproximadamente tres décadas, todos los intentos de otros países por entrar en el mercado de lujo han acabado en un fracaso de ventas hasta el punto de que prácticamente todas las marcas han tirado la toalla y sólo algunas japonesas mantienen el pulso.
El último ejemplo fue el Citroën C6, una berlina con un confort de marcha inalcanzable por ningún rival, algo que la BBC británica demostró con un vídeo en el que montaba una cámara de cine sobre un C6 y sobre un Serie 5, mientras que las imágenes grabadas por el C6 eran perfectamente estables y fluidas, la del Serie 5 vibraba tanto que era ininteligible.
Además de su excelente bastidor y suspensión, el C6 contaba con unos formidables asientos en los que incluso los de las plazas traseras contaban con reglajes.
Por desgracia, no todo era perfecto en estos modelos, que acusaron varios problemas por desajustes de sus ventanillas sin marco al abrirlas o cerrarlas a alta velocidad, o fallos de sus motores diésel 2.7 desarrollados en colaboración con Ford y Jaguar-Land Rover.
Los guiños a algunos de los mejores modelos de la historia de Citroën como la luneta trasera de curvatura invertida a imagen y semejanza de la del CX, las guanteras y las puertas inspiradas en las del SM… el Citroën C6 fue el último intento de la marca de luchar en el segmento de las berlinas de representación y, también, el final de la excepcional suspensión hidroneumática que marcó la gran diferencia entre Citroën y el resto de fabricantes durante seis décadas.
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