Reportaje

Los mejores Abarth de la historia

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15 de febrero, 2019

Hace setenta años que Carlo Abarth fundó su compañía y para celebrar esta cifra tan redonda le rendimos este pequeño homenaje con una selección de algunas de sus mejores creaciones. Disfrútalas.

En 2019 se cumplen 70 años desde que Carlo Abarth se aventurase a fundar su propia compañía y hemos creído que reunir a algunas de sus mejores creaciones sería un merecido homenaje, así que te presentamos a continuación los mejores Abarth de la historia.

Debido a que Abarth se especializó en la creación de coches de carreras, nos hemos dejado en el tintero numerosas barquetas y bólidos de competición que resultarían incontables, así que hemos querido reunir a aquellos que puedan hacernos una idea de lo completa y variada que fue su obra.

Abarth OT 2000: brutal

Sobre la base del Fiat 850 Coupé, Abarth creó un verdadero bólido.

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Fiat destacó en los años sesenta por presentar coches con muchísimo atractivo estético pero con decepcionantes prestaciones como los preciosos Fiat 850 Spider o los Fiat 850 Coupé, verdaderos sueños sobre ruedas al alcance de muchos bolsillos.

Tomando como base un sencillo Fiat 850 Coupé, Abarth creó un verdadero monstruo con unas prestaciones que dejaban en ridículo a modelos como los Porsche más potentes en 1966: el Abarth 2000 OT. Su nombre hacía referencia a la cilindrada del motor y a las iniciales de Omologato Turismo, no de Operación Triunfo, aunque, sin duda, esta operación fue todo un éxito.

El pequeño motor de 4 cilindros y apenas 50 caballos dejaba su hueco (y algo más, pues Abarth modificaba la parte trasera del chasis para dejar espacio al nuevo grupo propulsor) a una bestia de 4 cilindros de casi 2 litros de cilindrada con 231 CV que apenas tenían que mover los 750 kg que pesaba el Abarth OT 2000 con el piloto a sus mandos… brutal.

Para mejorar el reparto de pesos y dejar más espacio en el hueco delantero a las mejoras en la suspensión y la dirección y un mayor depósito de combustible, la rueda de recambio se reubicó en el suelo del maletero delantero y se colocó lo más adelantada posible. Además de cumplir con las necesidades técnicas, esta solución permitió a Abarth ahorrarse la parte central del parachoques delantero y se convirtió en una de las señas de identidad del modelo, que dejaba ver parte de la rueda de recambio salir como una especie de lengua.

Simca Abarth Periscopo: rápido y bello

El Simca Abarth Periscopo es una joya técnica y estética.

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Abarth no se limitaba a ser un preparador de una única marca sino que trabajaba con las bases mecánicas que más le interesaban en cada momento. Después de varios años de colaboración con Simca, Abarth se encontró con la negativa de Chrysler a mantener esa relación cuando el gigante americano se hizo con el control de la marca francesa poco menos que para destruirla.

Para dar salida a algunos de los bastidores que todavía tenía en su taller, en 1966 Abarth los empleó para crear uno de los deportivos más llamativos: el Simca Abarth 1300 GT Periscopo, un formidable coupé de formas redondeadas y con esa peculiar toma en el techo similar a la del mítico Alfa Romeo 33 Periscopo.

Como de costumbre, la aerodinámica, la ligereza y la puesta a punto mecánica fueron las claves de este proyecto que acabó con la inscripción de esta belleza dentro del reglamento FIA y dominando en su categoría en las temporadas de 1967 y 1968.

El motor Abarth emplea los trucos típicos de este preparador, que lograba potencias específicas superiores a los 100 CV por cada litro de cilindrada a base de hacer girar muy arriba los motores. Para ello, además de unos pistones y bielas forjados y aligerados, empleaba una prodigiosa culata con doble árbol de levas en cabeza de alta compresión y una afinadísima aerodinámica, tanto de la admisión como de los gases de escape, que bramaban hacia el exterior a través de un laberinto de tubos cuya puesta a punto era digna de un luthier de órganos de catedral.

Lancia 037 Abarth: el único mejor que el Audi Quattro

Este precioso coupé fue el único capaz de superar a los Quattro sin tracción total en el Mundial de Rallys.

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Una vez más, Abarth hizo magia y logró transformar un coche bello pero algo insulso como el Lancia Beta Montecarlo en un formidable bólido que hoy en día sigue haciendo temblar las canillas cuando lo tienes delante: el mítico Lancia 037.

El proyecto número 37 de Abarth (ya te imaginarás de donde le viene el nombre a este Lancia Beta Montecarlo «tuneado») llegó a lo más alto que se podía imaginar y más allá.

Los de Audi se frotaban las manos cuando lograron (todavía no se sabe con qué artes) que la FIA autorizase el uso de la tracción total para convertirse en los dominadores absolutos del mundial de Rallys. En efecto, su Audi Quattro se convirtió en la máquina a batir en la competición y dejó claro que, para tener la más mínima opción, todos los rivales debían empezar a desarrollar sus propios sistemas de tracción total.

Sin embargo, hubo tres cosas con las que no contaron los genios de Ingolstadt:

  • La implacable eficacia y el instinto asesino de Walter Rohrl cuando se abrocha el arnés
  • El genio latino del equipo Lancia y su conocimiento de cada recoveco del reglamento
  • La extraordinaria capacidad de Abarth para que el coche se convierta en una extremidad más del piloto.

Aunque Rohrl es un embajador de Porsche y la gente lo recuerda más por sus gestas a los mandos de un Audi Quattro, este alemán jamás ha dudado en confesar que nunca disfrutó tanto en una carrera como con el Lancia 037 Abarth en el Rally de San Remo de 1983.

Los que apostaron sobre seguro a que en la temporada 83 el título de campeona del mundo de marcas en el Mundial de Rallys sería Audi se equivocaron. El Lancia 037 Abarth fue quien se llevó los laureles y se convirtió en el único coche sin tracción total capaz de poner de rodillas al mismísimo Audi Quattro.

¿Cuál era el truco del Lancia 037 Abarth?, pues como siempre: ligereza, potencia y un bastidor puesto a punto para que el coche siguiese con precisión milimétrica las órdenes del piloto.

Fiat 131 Abarth: un taxi sin dos puertas

El Fiat 131 Abarth escondía un verdadero coche de competición bajo la apariencia de un taxi.

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En 1977 los aficionados se echaron las manos a la cabeza ante la decisión de Fiat de retirar su apoyo al Lancia Stratos en el Mundial de Rallys y cambiar aquella increíble nave espacial por una especie de taxi de «el Vaquilla» y apostarlo todo por el Fiat 131 Abarth.

Aunque por fuera pueda parecer que no es más que un Seat 131 disfrazado por los productores de «Fast & Furious» al que le faltan dos puertas, de nuevo la magia de Abarth se esconde tras esta obra de arte de las carreras.

Al eliminar las dos puertas traseras se lograba mejorar el peso y la rigidez del monocasco, sobre todo en la parte trasera, donde se cambiaba el arcaico eje rígido del 131 de calle por un trabajadísimo conjunto de brazos independientes.

El motor dos litros de doble árbol de levas (con compresor volumétrico para el mercado americano, el mismo que el del Fiat 124 Spider) se apretaba para aumentar en 100 CV la potencia de las versiones de calle y rozar los 250 CV en las versiones de competición. Para ello se retocaba la culata, el alzado y el calado de los árboles de levas, la alimentación y la línea de escape.

El resultado fue el enemigo a batir en las temporadas de 1977, 1978 y 1980.

Simca Abarth 1300 GT: ¿azul Francia?

El Simca Abarth 1300 GT es una joya muy codiciada actualmente.

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Entre 1962 y 1965 Abarth colaboró estrechamente con Simca para lo mismo que con Fiat: afianzar la imagen de la marca, que quería promocionar el Simca 1000, mediante modelos destinados a destacar en competición.

En el Salón de Ginebra de 1962 se presentaba el Simca 1300 GT, un llamativo coupé con un motor muy alegre optimizado por Abarth y que lograba 100 CV/litro de potencia específica, rozando los 130 CV, sin turbo, ni inyección ni culatas de 4 válvulas por cilindro.

Esta vez Abarth no logró satisfacer a sus clientes con esta creación y pronto recibió críticas muy duras por el comportamiento tan errático del mismo. Inmediatamente se pusieron manos a la obra y se dieron cuenta de que era necesario aumentar el ancho de vías del eje delantero, para lo cual tuvieron que modificar toda la estructura frontal del chasis.

El resultado de este retoque en el chasis no pudo ser mejor y, de los 58 participantes en la Subida de Lure, los tres primeros puestos fueron ocupados por los Simca Abarth 1300 GT inscritos. Una vez más, Abarth volvía a crear un favorito para llegar el primero a la línea de meta.

Abarth 595/695: el original

Abarth pronto vio el potencial de los pequeños Fiat 500.

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No es su modelo más potente ni el que más victorias logró, pero las preparaciones llevadas a cabo por Abarth sobre el simpático Fiat 500 original fueron muy populares, le hicieron ganar mucho dinero y, sobre todo, son básicamente lo que recrean los Abarth que han llegado hasta nuestros días, así que se merecen un lugar en este listado de los mejores Abarth.

El pequeño motor de 2 cilindros del Fiat 500 diseñado para ser ahorrador y moverse a sus anchas por las estrechas calles de las ciudades italianas recibía una buena dosis de anabolizantes Abarth, que modificaba la cilindrada, los pistones, bielas, culatas, carburación y escape para prácticamente duplicar su potencia y convertir al simpático microcoche en un minibólido capaz de llegar a los 140 km/h.

Su formidable velocidad en un coche de ese tamaño y peso hacía que su dominio fuese complicado. De los aproximadamente 1.000 Abarth 695 SS fabricados, en la actualidad apenas sobrevive el 15% y son muy codiciados.

Abarth 1000 TC: lo que todos pensamos

Los Abarth 1000 TC transformaron los sencillos 600 en temibles rivales sobre la pista.

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Tal vez sea la imagen que se nos viene a la cabeza a todos los que peinamos canas en cuanto oímos el nombre de Abarth y es que no cabe duda de que gran parte del éxito de Carlo Abarth se debe a la picadura de su escorpión sobre los Fiat 600.

El capó trasero abierto no es sólo un truco estético o para refrigerar la mecánica, que también, sino una necesidad para dejar espacio al formidable motor tocado por Abarth. Los 600 cm3 del motor original se llevaban al máximo admisible rozando los 1.000 cm3, se cambiaba su ridículo carburador por dos Weber tragones, un escape afinado al máximo, un nuevo cárter con más capacidad y tabicado para mejorar la refrigeración y la lubricación, mayor compresión… con todo esto se pasaba de unos discretos 23 CV a unos tremendos 112 CV en las versiones de competición… una bomba si tenemos en cuenta que el coche apenas pesaba 580 kg, con una relación peso/potencia similar a la que en la actualidad tiene un Porsche 718 GTS.

Había que tener muy buenas manos y valor para rodar al límite con un coche así, en el que las ruedas delanteras están muy cerca de las traseras y tenemos el motor colgado por detrás del eje trasero, por mucho que en Abarth lograsen un buen reparto de pesos a base de desplazar hacia delante los radiadores de agua y aceite, la batería, el depósito de combustible, etc.

Porsche Abarth 356 GTL: sí, Abarth mejoró un Porsche

Abarth también realizó preparaciones excelentes sobre la base de Porsche.

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Con unos rivales cada vez mejores, Porsche pronto se dio cuenta de que sus 356 habían dejado de ser competitivos y necesitaba urgentemente mejorar el rendimiento de su modelo. Cumpliendo con el estereotipo de que los alemanes son malos improvisando y con el tiempo en su contra, Porsche recurre a la magia de Carlo Abarth para que éste repitiese su fórmula de éxito transformando en bólidos a los pequeños Fiat: ligereza, aerodinámica y algo de pimienta en el motor.

Para mejorar la aerodinámica, el Porsche Abarth 356 GTL afila el morro y reduce la altura de los faros respecto a los del 356 normal, a la vez que recorta la zaga y el voladizo trasero. El uso de aluminio y multitud de rejillas de aireación y agujeros logran rebajar el peso hasta unos extraordinarios 799 kg, menos incluso del máximo establecido en el encargo.

Esta máquina hirió el orgullo de los de Stuttgart, que no pudieron evitar el criticarlo con cierto desdén. Que si la calidad de los acabados no era digna de un Porsche, que si el radio de giro era excesivo…

El caso es que el «cacharro» italiano mejoró claramente el rendimiento del Porsche 356 y convirtió un coche que se había quedado obsoleto en un bólido con opciones de ganar a sus rivales hasta el punto de ganar en su categoría en la mítica Targa Florio de 1960 y repitiendo la primera posición en Las 24 Horas de Le Mans ese mismo año con un registro importante: en la mítica recta de Mulsanne, este aparato alcanzó los 242 km/h y se convirtió en el Porsche 356 más rápido de la historia.

Aquel coche mal acabado y con un mal radio de giro mantuvo sus buenos resultados en competición en los tres años siguientes, siendo uno de los favoritos para la victoria en las temporadas de 1960 a 1963, no está mal.

Abarth 750 Coupé Zagato: grande pese a su tamaño

Uno de los deportivos más pequeños jamás fabricado.

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Cuesta creer que debajo de esa coqueta carrocería coupé haya un Seat 600, bueno, un Fiat 600 en realidad, pero así es.

Tomando como punto de partida el Fiat 600, Abarth mejoró las prestaciones del pequeño utilitario rectificando los cilindros y el cigüeñal para aumentar su cilindrada hasta los 750 cm3. Una carburación más generosa, mayor relación de compresión y un excelente trabajo realizado en el sistema de escape lograba que los poco más de 20 CV del modelo original se convirtiesen en unos formidables 40 CV, casi el doble.

En 1955 se presenta en el Salón de Turín una vuelta de tuerca más. La forma de pelotilla del Fiat 600 original se cambia por completo y sobre su bastidor se monta un precioso coupé de dimensiones muy compactas y con un diseño de lo más seductor, como no podía ser de otra manera si tenemos en cuenta que fue obra del mismísimo Zagato.

El motor recibe una nueva culata en la que se cambia la distribución de un único árbol de levas por uno doble con configuración hemisférica de las válvulas. Con esto se consigue que de los 23 CV originales se pasase a los 56 CV a 7.000 rpm, lo que unido a la ligera y aerodinámica carrocería del Abarth 750 GT Zagato convertían a este coche en un verdadero deportivo capaz de alcanzar 150 km/h hace más de sesenta años.

Abarth 130 TC: con mucho Ritmo

Esta versión deportiva del Fiat Ritmo rendía unas buenas prestaciones gracias a su ligereza y la rabia de su motor.

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En 1978 se presenta al público el Fiat Ritmo, un coche de diseño muy moderno y que llamó la atención por su peculiar estética, su ligera carrocería, su amplitud interior y los excelentes consumos que obtenía en una época en la que el combustible seguía en una escalada disparada de precios.

En 1983 se presenta la versión de altas prestaciones de esta berlina compacta, un encargo realizado por Fiat a Abarth, quien volvía a retocar la alimentación de combustible añadiendo una generosa batería de carburadores y un diagrama de distribución más agresivo para llegar a los 130 CV sin necesidad de 16 válvulas ni más complicaciones.

Con un peso por debajo de los 1.000 kg, el Abarth 130 TC pronto enamoró a los conductores más entusiastas por su alegre conducción. Gracias a su bajo peso y al buen diseño de la plataforma del Ritmo, el 130 TC presumía de un excelente comportamiento en carretera.

Era capaz de alcanzar los 195 km/h y de acelerar de 0-100 km/h en sólo 7,8 segundos. Para hacernos una idea de lo que esto significaba en aquella época, un BMW 323i E30, una berlina de tamaño similar y considerada deportiva en la época, paraba el crono en 8,6 segundos pese a contar con un motor de 6 cilindros y 150 CV.

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