Reportaje

Coches míticos: Mercedes E 500,¿hizo Porsche un heredero del SSK?

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10 de abril, 2021

Hace ya 30 años que Mercedes lanzó al mercado una berlina que dejó tanta huella que sigue siendo uno de los 4 puertas más deseados. El Mercedes E 500 nació como en su día lo hizo otro modelo mítico de la marca y vamos a hacerle el homenaje que se merece.

En 1928 Mercedes-Benz presentaba un automóvil que se convertiría en un mito casi inmediatamente. En su diseño había tenido un protagonismo especial un ingeniero llamado Ferdinand Porsche. El Mercedes SSK (siglas que significan Super Sport Corto por su chasis de batalla recortada y altas prestaciones) se convertía en uno de los coches de mejores prestaciones de entreguerras y dejaba claro que Mercedes estaba en lo más alto a nivel mundial. En 1990 (ya como año modelo 91) de nuevo los ingenieros de Porsche mueven su varita mágica en un modelo de la estrella y el resultado es otro ejemplar muy especial: el Mercedes 500E, rebautizado como E 500 tras un leve lavado de cara.

En 2021 se cumplen 30 años del lanzamiento del Mercedes 500E y ya es posible matricularlo como vehículo histórico, así que no es un mal momento para dar un repaso a una de las berlinas más excitantes de la última década del siglo XX.

El Mercedes 500E llegaba al mercado como la respuesta de la estrella al M5 de BMW y a otro de nuestros coches míticos: el Opel-Lotus Omega, aunque en Mercedes prefirieron limitarlo a 250 km/h, según ellos por motivos cívicos, pero las malas lenguas dicen que el motivo real es que, simplemente, no eran capaces de alcanzar los descomunales 283 km/h del Omega.

Mercedes 500 E: sólo para ojos expertos

Las diferencias estéticas entre este modelo y el resto de W124 son sutiles, pero evidentes.

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Mientras que Lotus añadió alerones, faldones, taloneras, entradas de aire y aditamentos por todas partes para conseguir que el Opel-Lotus Omega se convirtiese en la berlina más rápida del momento, los de Porsche se fueron al otro extremo con el Mercedes 500 E que se presentaba en 1991, poco antes del lavado de cara de la generación W124 que acabaría con el nuevo bautismo de Clase E y que alteraría el orden de los factores (pasaría a llamarse E 500), pero no el producto.

Sólo unos pasos de rueda delanteros más anchos y un paragolpes con unos antiniebla muy pequeños (para dejar espacio a una enorme entrada de aire) integrados en el faldón y unas suspensiones algo más bajas de lo habitual diferenciaban esta bestia parda de un Mercedes W124 diésel atmosférico. Sólo esos detalles, que pasan inadvertidos para la mayoría de los ojos, anunciaban a los mortales que lo que tenían ante sí era uno de los automóviles más rápidos del momento.

Para transformar al Mercedes de la Clase E de la época (W124) en un tren de alta velocidad los de Porsche tenían buenos mimbres. El W124 tenía un chasis con una buena geometría de suspensiones, una buena rigidez estructural y un buen reparto de pesos. El tope de potencia lo marcaba un robusto seis cilindros en línea con culata de 24 válvulas que destacaba por su finura de funcionamiento, pero no era fácil subirlo hasta la barrera de los 300 CV sin recurrir a turbos.

Los de Porsche tenían claro que la fórmula a seguir debía ser la misma que la que en su día se siguió para lanzar el Mercedes 450 SEL 6.9, coger un motor más grande de las estanterías de Mercedes y meterlo en el vano motor del W124. Aunque la primera opción podría haber sido calzar el V12 de 400 CV del Mercedes 600 SEL, resultaba demasiado pesado y voluminoso para una berlina de pretensiones deportivas que, además de rápida, debía ser excitante.

La elección cayó sobre el V8 de 5 litros con 326 CV y 480 Nm de par, más ligero y compacto. Mientras que el BMW M5 de la época y el Lotus Omega contaban con cambio manual, Mercedes marcó la diferencia con una caja de cambios automática que no destacaba por su deportividad, pero como había par de sobra, tampoco fue una mala elección.

Con este esquema técnico, el Mercedes 500 E paraba de forma electrónica la aguja del velocímetro en los 250 km/h (sin limitador electrónico superaba por poco los 260 km/h, lejos del inalcanzable Omega) y alcanzaba los 100 km/h en apenas 6,6 segundos, buenos registros incluso treinta años después.

Mercedes E 500: la estrella de Porsche

Dinámicamente el Mercedes 500 E hacía gala de una excelente estabilidad.

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Porsche no sólo se encargó de estudiar la manera de aprovechar elementos de la Clase S y SL de Mercedes y conseguir que el puzzle encajase en el chasis del W124, también produjo los poco más de 10.000 ejemplares fabricados en su factoría de Zuffenhausen, de los cuales 45 equiparon el motor de 376 CV del E60 AMG y hoy son verdaderos unicornios conocidos como Mercedes E 500 Limited.

Además del motor V8 del SL, el Mercedes 500 E montaba los frenos delanteros sobredimensionados (con 300 mm de diámetro) y las manguetas necesarias ensanchaban las vías, lo cual hizo necesario ampliar los pasos de rueda para cubrir las llantas de 16 pulgadas calzadas con unos enormes en la época 225/55-16.

Las suspensiones recortadas para bajar el centro de gravedad y reducir el aire bajo el suelo del Mercedes y evitar su despegue y esos pasos de rueda son los elementos más diferenciadores estéticamente.

En su época, los probadores alababan sus prestaciones, su nobleza y sus aceleraciones, pero criticaban sus frenos y sus consumos.

Mercedes E 500: Sólo para cuatro

El interior del 500 E sólo permitía 4 pasajeros.

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Si por fuera era discreto, dentro tampoco resultaba muy llamativo. Sólo el velocímetro y los asientos dejaban claro que estabas en un W124 muy especial. Más envolventes para sujetar mejor el cuerpo, el Mercedes 500 E perdía la posibilidad de llevar a un pasajero en la plaza central trasera y se configuraba como un 4 plazas con 4 asientos individuales. En su lugar, una guantera con un cierre de tipo persiana en madera de nogal separaba a los dos viajeros de las plazas posteriores.

No somos pocos los que nos hemos preguntado por qué jamás Mercedes se planteó el montar esta mecánica en la versión de 2 puertas del Mercedes W124, soñábamos con ver algún día un Mercedes 500 CE, algo que nunca ocurrió, desgraciadamente.

En 1993 el W124 fue sometido a un lavado de cara y la marca rebautizó sus gamas con el Clase C, Clase E y Clase S. El Mercedes 500 E pasó a llamarse E500 y cambiaron detalles como el capó delantero con una nueva parrilla algo más aerodinámica, los indicadores de dirección en color blanco delante y ahumados en la parte trasera y cambios en el equipamiento, permaneciendo así hasta el final de la producción en 1995.

Desde hace unos cinco años sus cotizaciones están subiendo, pero ojo con la tentación de hacerte con un Mercedes 500 E o E 500. Son coches con muchas piezas exclusivas que son muy caros de mantener. Aunque su calidad es excelente, los precios tan bajos que han alcanzado han hecho que muchos propietarios que lo pudieron comprar no invertían lo necesario en conservarlos como era requerido, de manera que hay muchos «llenos de trampas».

En los últimos años los Mercedes 500 E han pasado de valoraciones en el entorno de los 12.000 euros a multiplicar esas cifras por dos e incluso por tres. En general, mi consejo es que huyas de ejemplares que hayan tenido más de dos propietarios, es mucho más importante que hayan sido mantenidos con medios que el que tengan pocos kilómetros.

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