Reportaje

Coches míticos: Renault 4 latas, el coche más generoso

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20 de febrero, 2021

Se cumplen 60 años del lanzamiento de uno de los automóviles más míticos del siglo pasado, el Renault 4L conocido popularmente como "cuatro latas". Aquí va nuestro homenaje al popular modelo del rombo.

Sin duda es uno de los grandes coches del siglo XX. No era bonito (aunque tenía gracia y carisma), ni rápido, ni su tecnología era innovadora, pero el Renault 4L lo daba todo para sus amos. En realidad, el «cuatrolatas» de Renault tenía todo lo que realmente debe tener un automóvil y pocos coches como él han prestado mejor servicio a sus dueños.

Presentado en el Salón de Frankfurt de 1961, el Renault 4L cumple 60 años en 2021, así que no se nos ha ocurrido un mejor momento para rendirle un merecido homenaje en nuestro rincón de los coches míticos. Con él llegó la tracción delantera a los turismos de Renault (el primer modelo del rombo con tracción delantera fue la furgoneta Renault Estaffete presentado en 1959) y significó la modernización de la marca nacional francesa.

Renault 4L: a los tribunales por plagio

El esquema técnico del 4L era básicamente el del Traction de Citroën.

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Cuando Renault presentó el 4L a la prensa francesa en agosto de 1961, las alarmas se encendieron en las oficinas de Citroën. El nuevo modelo del rombo contaba por fin con motor y tracción delanteros y un excelente aprovechamiento del espacio gracias, entre otras cosas, a sus compactas suspensiones por barras de torsión.

El caso es que el motor delantero colocado por detrás del eje con la caja de cambios por delante de éste y la suspensión independiente a las 4 ruedas con barras de torsión como elemento elástico formaban un esquema técnico sospechosamente parecido al del Citroën Traction Avant presentado en 1934 y que había dejado de fabricarse apenas 4 años antes del lanzamiento del 4L.

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También las soluciones del portón trasero o los asientos abatibles estaban presentes ya en el modelo de los chevrones. La paciencia terminó de hartárseles a los de Citroën cuando en 1965 los del rombo presentaron el R-16 , un modelo sospechosamente parecido al que estaban desarrollando los de los chevrones bajo el código «Proyecto F» y, aunque Renault era una empresa del estado, los de Citroën los llevaron a los tribunales por plagio y espionaje industrial y ganaron una indemnización millonaria que no se aireó demasiado por intereses políticos, al ser Renault propiedad del estado francés.

Renault 4L: más corto de un lado que de otro

Debido a la forma del eje trasero, el 4L tiene menos batalla de un lado que del otro.

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Para conseguir el máximo espacio interior, la mecánica del 4L está diseñada de forma que apenas ocupe espacio. Así se colocaba el silencioso del sistema de escape dentro del paso de rueda delantero para poder dejar un suelo plano, y la suspensión trasera montaba las barras de torsión de un lado a otro formando un eje muy plano.

Este esquema sería también utilizado en modelos como el Renault 16, el Renault 6 y los Renault 5 y 7 y en todos ellos se daba la peculiar característica de que la distancia entre la rueda delantera y la trasera de un lado no era la misma que la del otro.

En concreto, la batalla del Renault 4L es casi 5 cm más corta en el lado izquierdo que en el lado derecho (2.443 y 2.395 mm en derecha e izquierda). Esto se debe a que la barra de torsión del lado izquierdo va montada por delante de la del lado derecho y, como los brazos de suspensión son igual de largos, la rueda de ese lado queda desplazada hacia delante respecto a la opuesta.

Como las prestaciones eran modestas, los neumáticos tenían mucho balón y, por lo tanto, deriva y las suspensiones eran muy blandas, esta asimetría del coche quedaba difuminada y no suponía ningún problema desde el punto de vista dinámico, pero ha traído más de un quebradero de cabeza a los que no conocen esta peculiaridad y se encuentran con problemas en la ITV, al querer matricular el coche como histórico o incluso al repararlos después de un siniestro.

Renault 4L: el coche del correcaminos

La furgoneta del 4L ha sido uno de los coches que más trabajo ha sacado adelante en la historia.

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El Renault 4L era un coche tan sencillo que su fiabilidad era absoluta. Más allá de la calidad de fabricación o la robustez mecánica, el 4 latas era irrompible porque no había prácticamente nada que se pudiera romper o averiar… funcionaba siempre. Sin duda es ésta una de las cualidades que lo ha elevado a la categoría de mito.

Ligero, con unas suspensiones de largos recorridos, ruedas de bastante diámetro pero estrechas y un eje delantero con bastante peso para mantener las ruedas con presión sobre el firme, el Renault 4L se desenvolvía sorprendentemente bien por pistas no asfaltadas, de modo que podía llegar a casi cualquier sitio sin necesidad de tracción total, bastaba un poco de habilidad al volante.

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Además de la versión de turismo, Renault ofrecía el 4L con carrocería de techo elevado y sin asientos en las plazas traseras para el transporte ligero, aunque siempre acababan sobrecargados hasta los topes. Además, diseñaron una práctica portezuela trasera en el techo que permitía meter objetos largos y que sobresaliesen, lo que añadía una versatilidad enorme a las versiones furgo del cuatrolatas (conocidas como 4F). Su capacidad para rodar por caminos y llevar escaleras de mano, tuberías, andamios… las hizo muy populares como vehículos para compañías como Telefónica, fontaneros, albañiles… junto con la Citroën C-15, podría decirse que el Renault 4L ha sido el socio perfecto para la mayoría de los autónomos de su época y la base de la rentabilidad de muchas pequeñas empresas.

Los que ya tenemos alguna cana tenemos grabado el «mec-mec» del correcaminos en nuestra memoria gracias a la original campaña publicitaria de los años ochenta con los populares dibujos animados del Coyote y el Correcaminos con el mítico «cuatrolatas».

Renault 4L: rodeado de Bugattis

Este peculiar 4L está en el Museo Schlumpf.

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En 1969 se presentaba al público el cochecito que puedes ver sobre este texto. Se trata de un diseño de Jean Bertin, un ingeniero francés muy vinculado al mundo ferroviario, pero al que también debemos que los F1 alcancen las velocidades estratosféricas que pueden lograr, pues fue uno de los pioneros en trabajar sobre «el efecto suelo», la succión aerodinámica que mantiene a los bólidos sobre la pista en las curvas a alta velocidad.

El Renault 4L Bertin era nada menos que 74 cm más corto que un 4L normal y se presentó como una solución de movilidad para las ciudades, que ya tenían problemas de tráfico hace más de medio siglo. Sí, parece cosa del destino que cuarenta años después Renault y Smart se asociasen para hacer la segunda generación de Smarts.

Por desgracia, el diseño de Bertin no encajó y el ejemplar que puedes ver no se llegó a producir en serie. La unidad la pude fotografiar en mi visita al museo del automóvil más importante de Europa, la Cité de l´Automobile, en Mulhouse. Este museo posee la mayor colección de Bugatti del mundo.

Renault 4L: el coche para todo

La versatilidad estaba muy presente en el 4L.

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La verdad es que hay pocos coches a los que se les pueda sacar tanto partido como al 4L. Es muy espacioso para sus dimensiones exteriores y dentro hay pocos detalles, aunque algunos llamaban mucho la atención, como el volante de baquelita roja de las primeras versiones que resulta espectacular en medio de un salpicadero que no puede ser más escueto.

El Renault 4L es en el mundo de los coches como una especie de navaja suiza que sirve para todo y es de los automóviles que más se merecen ser considerado mítico. Pocos han prestado más y mejor servicio a sus propietarios que el modesto pero servicial «cuatrolatas».

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