5 cosas que (quizá) no sabías sobre Rolls-Royce y su fábrica de Goodwood

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Luis Miguel Ortego
12 de septiembre, 2016
¿Por qué Rolls-Royce es sinónimo del máximo lujo desde hace más de un siglo? ¿Por qué las celebrities más mediáticas del mundo han querido tener uno, desde John Lennon a Lady Gaga? ¿Qué tiene uno de los coches de la “doble R” que no tengan otros del mundo? ¿Cómo se fabrican? ¿Son los modernos igual de lujosos que los antiguos? ¿Cuántos se venden al año?… Seguramente tenéis muchas preguntas sobre una de las marcas más famosas del mundo, y la más lujosa. Por eso he ido hasta la nueva fábrica de Rolls-Royce en Goodwood para ver cómo se hacen y contaros cinco cosas que (quizá) siempre quisisteis saber sobre la marca y no encontrabais manera de averiguar.
1 – ¿Dónde se fabrican?
La fábrica donde se hacen los Rolls-Royce actuales es un moderno edificio de 2003 encargado por BMW a Nicholas Grimshaw, repleto de cristaleras e instalado en medio de la campiña de West Sussex, al sur de Londres. Pero… ¿por qué una marca con 112 años tiene una fábrica de tan sólo 13 en un sitio que no tiene que ver con su historia? La explicación de esto es como una novela detectivesca…
En 1931 Rolls-Royce Limited, la empresa creada por Charles Rolls y Henry Royce, compró Bentley, que pasaba dificultades financieras, y trasladó la producción de coches desde su fábrica en Derby a la de Bentley en Crewe. En 1971 la empresa, con sus dos marcas de automóviles y el negocio de aviación, fue nacionalizada; el proceso terminó en 1973 con la separación en dos empresas diferentes e independientes: una de coches, Rolls-Royce Motors, y otra de motores de aviación, Rolls-Royce PLC.
En 1985, el grupo Vickers se hizo con la empresa de coches, que pasaría a llamarse Rolls-Royce Motor Cars Limited, y en 1998 la puso a la venta. Y aquí es donde viene el enredo: Volkswagen compró a Vickers la factoría de Crewe, el “Espíritu del éxtasis” y la forma del radiador, pero los derechos del nombre de la marca y el logo de la doble R pertenecían a la compañía de aviación Rolls-Royce PLC, quien se los vendió a BMW. El dilema fue resuelto en un juicio: Volkswagen se quedaría con la marca Bentley y la factoría de Crewe, mientras que BMW sería la dueña de Roll-Royce con toda su simbología histórica…, pero tendría que construir una nueva fábrica. El 1 de enero de 2003 salió de la planta de la nueva Rolls-Royce Motor Cars el primer Phantom de VII generación y el resultado, tanto del coche como de la fábrica, es sencillamente abrumador. Ah, y la empresa de aviación y la de coches son todavía hoy compañías diferentes, por si tenéis que llamar para pedir un coche…
2 – ¿De verdad están hechos a mano?
Todos los Rolls-Royce incluyen una placa en el montante inferior de la puerta que dice “Hecho a mano en Goodwood”. Pero ¿de verdad es posible hacer un coche a mano en el siglo XXI? La respuesta es sí, pero con matices.
Las carrocerías y los motores se fabrican en Munich y recorren un largo camino por tierra y mar hasta llegar a la nueva fábrica. Allí, las primeras pasan por el área de pintura, lo que en la fábrica llaman “centro de acabado de superficies”. La pintura, 7 capas como estándar que pueden ser más dependiendo del color escogido, es realizada principalmente por robots, pero para las partes de la carrocería más escondidas, donde las máquinas no pueden trabajar con la calidad que la marca demanda, el trabajo se finaliza a mano por el personal de la fábrica, ataviados con unos trajes dignos de «Gravity». Y, por supuesto, se pulen a mano dos veces, una antes de entrar en la cadena de montaje y otra después, llevando hasta 5 horas en cada caso.
El proceso de ensamblaje de la carrocería con el motor, caja de cambios y trenes rodantes se realiza a mano pausadamente por las personas que trabajan en la fábrica. Igual sucede con los interiores: a lo largo de las líneas de producción hay puestos destinados a fabricar y montar los elementos del habitáculo, que parecen sacados de un taller de Louis Vuitton. El techo de un Ghost, por ejemplo, tiene más de 1300 cristales Swarovski que se montan a mano, mientras que en las tapicerías el único proceso automatizado es el corte de las pieles con láser, después del cual las piezas se inspeccionan, seleccionan, cosen y montan manualmente.
La fábrica tiene dos líneas, una para el Phantom y otra para los Ghost, Wraith y Dawn. Con tanto proceso manual su ritmo es, inevitablemente, pausado, así que, si vas a encargar un Rolls-Royce, no desesperes: de la planta de Goodwood salen sólo 20 coches al día y el proceso completo de fabricación de uno, dependiendo de sus niveles de personalización, oscila entre 5 y 11 días.
3 – Pero… ¿son británicos o alemanes?
Como habrás leído en el particular “Cluedo” del número 1, Rolls-Royce pertenece desde 1998 a BMW y quizá entonces te surja una pregunta muy lógica: ¿Cómo encaja que una marca que dice “Inglaterra” más alto que los beefeaters de Buckingham Palace pertenezca en realidad a una empresa alemana de Baviera? En la industria actual del automóvil hay un montón de ejemplos parecidos: las “british” Jaguar y Land Rover son propiedad de la india Tata, el icono escandinavo Volvo es del grupo chino Geely, la italiana y pasional Lamborghini es del germano grupo Volkswagen y la icónica Mini pertenece a… ¡Oh, espera!. Efectivamente, BMW ya había vivido el proceso de revivir una marca emblemática «de la cultura británica» con Mini (comprada en 1994 junto con el resto del grupo Rover y resucitada en 2001) y no parece que les haya ido mal. Por eso el presidente actual de Rolls-Royce es Thorsten Müller Otvos, el mismo directivo que condujo el renacimiento de Mini. Entonces ¿cómo se mantiene el sabor inglés? Con una aproximación inteligente y creativa a la empresa y el producto.
En la actual plantilla, el 80% del personal es británico y sólo el 5% alemán. La marca ha adquirido también un fuerte compromiso con el programa de aprendices, integrando colaboraciones con las universidades, escuelas técnicas y de Bellas Artes de todo el país: de las 1.600 personas que trabajan hoy en la planta, 100 son aprendices de oficios. Además, la nueva marca se ha arropado inteligentemente con la simbología de la etapa más brillante de su historia y, a la hora de nombrar sus coches, han tirado de antepasados ilustres: con el Phantom rescataron el nombre del coche de la realeza, cuya última generación databa de 1968; en el Ghost revivieron al estandarte Silver Ghost, calificado como el “mejor coche del mundo” por la revista Autocar en 1907; el Wraith retoma el nombre del primer modelo de la marca tras la Segunda Guerra Mundial, que inició una importante nueva etapa; y el Dawn se inspira en un exclusivo y caro descapotable de 1950 del que sólo se fabricaron 28 unidades.
Todo el márketing de la marca, además, mantiene una constante referencia al pasado inglés que empieza con la construcción de la nueva factoría. La planta, diseñada por un estudio londinense, se instaló junto a uno de los templos del automovilismo inglés, el circuito de Goodwood, lo cual también le da una presencia especial en cada nueva edición del Goodwood Festival of Speed y todas las reuniones de clásicos que tienen lugar a lo largo del año. Está en medio de una zona rural del sur de Londres, rodeada de una espesa vegetación típica de cualquier estampa británica tradicional pero que enlaza sin costuras con la radical modernidad del edificio. A la hora de los eventos y la comunicación, la marca mezcla astutamente tradición e innovación, con historias sobre el Alpine Trial de 1913 o menciones a la Costa Azul combinados con eventos en Asia y ediciones especiales inspiradas en el cine o la moda actuales.
Vale, de acuerdo: los chasis y los motores vienen desde Munich, es cierto, pero ni el V12 6,7 litros atmosférico del Phantom ni el 6,6 biturbo de los Ghost, Wraith y Dawn se montan en otro coche.
4 – Los Rolls-Royce modernos… ¿son tan exclusivos como los de antes?
Depende de a qué llames exclusivos. En cada uno de los últimos 4 años la marca ha vendido en torno a 4.000 coches, lo cual es realmente muy exclusivo…, pero desde su origen en 1904 hasta 1985 había fabricado 100 000 unidades, una media de menos de 1.500 por año. Pero no te precipites, en la moderna Rolls-Royce hay coches increíblemente exclusivos. De la edición Waterspeed Collection del Phantom Drophead Coupe presentada en 2014 sólo se fabricaron 35 unidades. De la Zenith Collection con la que se despide la familia Phantom VII se harán sólo 50 ejemplares. El Phantom Serenity, presentado en Ginebra en 2015, es una pieza única destinada a mostrar las posibilidades de personalización de Bespoke… y no me negarás que ser pieza única es bastante exclusivo…
¿Qué es Bespoke? Pues uno de los aspectos con más presencia en la fabricación de uno de estos coches. Se trata del programa de personalización que convierte a cada Rolls-Royce prácticamente en único y distinto de cualquiera de sus hermanos de gama, y lo que hace a los coches actuales de la marca casi tan genuinamente exclusivos como las piezas únicas de la época dorada de los carroceros de entreguerras. Prácticamente cada detalle del interior y exterior puede modificarse al gusto del cliente, creando una combinación de colores, materiales y configuraciones interiores casi infinita. La paleta de colores alcanza hasta 44.000 variantes y, si eso no resulta bastante, siempre puedes crear un color exclusivo y bautizarlo con tu nombre. Las líneas del lateral de la carrocería son pintadas a mano por el personal especializado de la fábrica y reproducen cualquier motivo que el cliente pueda solicitar. Los paneles de madera del interior, no sólo del salpicadero sino también de las puertas o de las bandejas de los asientos traseros, son creados con motivos “a la carta” para los clientes que así lo demanden, y fabricados por especialistas en el trabajo de la madera, empleando hasta 46 piezas diferentes para cada panel. La tapicería y el guarnecido del techo y las puertas pueden ser tan únicos como en el Phantom Serenity, hechos con seda natural y decorados a mano con la centenaria técnica oriental de la “pintura inconsciente”… ¡Espera, espera, no saltes de párrafo aún! Si todo esto no te ha parecido suficientemente exclusivo, Rolls-Royce te ofrece decorar el techo de tu futuro coche con una reproducción de las estrellas del cielo nocturno en el día y lugar de tu nacimiento hecha con cristales Swarovski. Efectivamente, los coches de Goodwood son tan exclusivos que es casi imposible que haya dos iguales.
De acuerdo, pensaréis, pero las carrocerías exteriores son todas iguales, no como en la época dorada de los carroceros del siglo pasado. Es verdad, eso es algo impuesto por la arquitectura de los coches modernos, que ya no son un chasis separado de la carrocería, sino una carrocería autoportante. Pero no desesperes, porque en la marca ya trabajan en ello: con el concept 103EX Rolls-Royce anunció que, en el futuro a medio plazo, cuando sus coches sean eléctricos, la planta motriz del coche permitirá crear carrocerías prácticamente a la carta y así volver al deslumbrante arte de la sastrería para coches.
5 – El silencio viene de serie: la fábrica sin ruidos
Quizá hayas oído hablar del silencio de funcionamiento de un Rolls-Royce, o hayas leído en la prueba del Dawn cómo me refiero a él una y otra vez. Lo que quizá no sabes es que la propia fábrica de la marca en Goodwood es un sitio impactantemente silencioso. Al entrar en ella y recorrer las líneas de producción, no se oye ni un golpe, ni el martilleo de una prensa, ni el pitido de una máquina, ni el sonido de un robot soldando… Todo es silencioso y pausado y, al mirar a cada coche, da la impresión de que es una pieza única que se está fabricando con todo el mimo del mundo… porque probablemente sea una pieza única. El nivel de excelencia que se requiere en la fabricación de un Rolls-Royce no está sólo en cómo se desarrolla, sino también en que no haya prisas en el proceso de montaje. En la marca tienen claro que su batalla no es el volumen de ventas, y eso se transmite en unas líneas de producción en las que cada coche es tratado con la exclusividad que el logo requiere.
Pero no es una fábrica especial sólo por eso. Algunas de las zonas de descanso para las personas que trabajan en la planta están decoradas con obras que proceden del programa de arte de la marca, y otras están ubicadas entre amplias cristaleras con vista a los inmensos jardines que rodean la planta. Los empleados pueden comer allí mismo en menús variados que incluyen opciones vegetarianas y cuyo precio oscila entre 2,5 y 4,5 libras y, según nos dijeron, en algunos casos el comedor se acaba convirtiendo en una zona de trabajo para quien puede hacerlo desde el ordenador. En la empresa quieren que los trabajadores estén implicados, pero que puedan trabajar con serenidad. La misma serenidad que sus coches transmiten de un modo impactante.
Pero en la nueva Rolls-Royce hay también un toque de pasión inesperado. En la recepción, nada más entrar, se encuentra un imponente Wraith Black Badge, el coche más potente de la historia de la marca, que se exhibió en el pasado Goodwood FOS con notorios «burnouts». Y también se encuentra un curioso coche de juguete que corrió en Goodwood y que tiene mucha historia: con él la marca ganó la carrera de gravedad «Soapbox» del Festival of Speed de 2002, una competición en cuesta para coches sin motor a la que se presentan prestigiosos fabricantes. Eso sí, como hasta enero de 2003 no podían usar el logo de la doble R, en el morro de este rapidísimo «juguete» hay una interrogante.
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