Reportaje

24 horas Ford: Autocasion.com compite por la solidaridad

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18 de junio, 2013

Las 24 horas Ford cumplen 10 ediciones; esta iniciativa solidaria ha repartido en 2013 144.000 euros en premios, destinados íntegramente a las ONG’s participantes. Cada una de ellas tiene una serie de “pilotos” en su equipo que se encargan de llevar su coche lo más alto posible. Y Autocasion.com ha estado entre ellos.

Cada equipo tiene en sus filas a dos embajadores: cantantes, actores, deportistas, presentadores... Antes de que la cita comience, posan todos juntos.

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Cuando te llaman para participar en un evento como las 24 horas Ford, es imposible decir que no. Ante todo, porque (como reza su eslogan) “nuestra meta es la solidaridad”; sólo por eso, ya merece la pena formar parte de una experiencia que este año ha repartido 144.000 euros en premios. Pero hay muchos alicientes más: ponerse a los mandos de un Ford Focus 1.0 Ecoboost, con 125 CV, y procurar que los 235 litros de gasolina asignados al equipo duren lo suficiente como para ser el que más vueltas dé al Circuito de El Jarama era un reto que me apetecía mucho.

En 2013 se han cumplido 10 ediciones de esta carrera. También eran 10 las «escuderías» sobre la pista, una por cada ONG representada. En nuestro caso, defendíamos “los colores” de la Fundación Lydia Cacho, seleccionada por su propuesta audiovisual para denunciar los abusos que sufren las víctimas de la trata de personas con fines de explotación sexual. Los 38.000 euros del primer premio servirían para financiar este proyecto, así que, evidentemente, queríamos conseguirlos.

No estábamos solos en nuestro plan: el equipo, patrocinado por BP, contaba con un coordinador (el experimentado Miguel Martínez, ejemplo de calma y saber hacer) y estaba compuesto por 10 pilotos. Entre ellos había dos “padrinos” de excepción: la abogada Cristina Almeida y el periodista Ramón Arangüena. Tras el briefing y los “entrenamientos”, posaron para la foto con el resto de VIP’s invitados –Carmen Lomana, Nena Daconte, Aitor Karanka, José Luis García Pérez…- y Almeida se puso al volante. Eran las 17:00 horas del viernes y teníamos por delante un día muy largo…

Así son las 24 horas Ford

Para determinar el orden de salida, se recurre a un sorteo; el coche en el que se integra Autocasion.com, el número 1, ocupa el sexto puesto en la parrilla. Por desgracia, en el primer paso por línea de meta ya habíamos bajado hasta el último lugar, pero no nos descorazonamos: si los demás iban tan rápido, acabarían con la gasolina mucho antes que nosotros. Y aún quedaban más de 23 horas de carrera…

Dos turnos después, llegó el mío. Los cálculos decían que si lográbamos mantener el gasto medio de combustible en unos 10 l/100 km, no deberíamos tener muchos problemas al final de la prueba. Pero encontrar el equilibrio entre un buen ritmo y un consumo reducido no es nada fácil, menos aún en un trazado como El Jarama, con subidas pronunciadas. Conservo el gasto de carburante en los límites establecidos, pero no consigo avanzar posiciones. Hay 36 grados de temperatura ambiente, varios más dentro del coche, con las ventanillas cerradas y el aire acondicionado desconectado, por supuesto. Me bajo como si acabara de pasar por una sauna y cedo el volante: son las 19:00 horas y mi próximo turno es a las 00:30.

Los coches llegan juntos a las primeras curvas del trazado madrileño de El Jarama.

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No creas que 50 minutos en estas condiciones se hacen largos, en absoluto. La concentración, “cantar” el consumo medio tras cada paso por meta, buscar el mejor sitio para rebasar a los rivales, atender a las instrucciones del coordinador… Su voz siempre sorprende al decir que hay que entrar ya a boxes para hacer el cambio de «piloto». Cuando sales del coche, te das cuenta del calor que hace; hasta entonces, nada.

Entre un turno y otro siempre hay algo que hacer: “espiar” a los contrincantes, preparar el resto de los turnos, planificar los cambios de ruedas, avituallarse… Si queda tiempo, Ford ha montado una terraza “chill out” sobre la sala de prensa: los invitados y participantes que deseen pasarse por allí son bienvenidos. Pero se acerca la hora de otros 50 minutos al volante; esta vez, de noche.

Rodar de noche en El Jarama

Mis compañeros han conseguido subir varias posiciones, lo que representa una responsabilidad añadida para quien coge el volante después: hay que procurar no bajar puestos y, desde luego, seguir cuidando de nuestros preciados 235 litros de gasolina… que ya son bastantes menos.

Rodar de noche en una pista como El Jarama significa que las curvas más complejas están iluminadas, pero el resto… no. Los pianos no están pintados de blanco y rojo, sino de verde, y se confunden con el césped que bordea el asfalto. Por suerte, pasar tantas veces por el mismo sitio te dice dónde debes pisar y cuándo hay que girar el volante, por lo que en realidad son 50 minutos más cómodos de lo que pensaba: el calor no te pega una bofetada dentro, ni fuera del coche, el consumo es menor, las ruedas se cuidan más (al bajar la temperatura)…

Cedo el volante y decido esperar un rato en el box, charlando con mis compañeros, antes de ducharme e intentar descansar un poco. De repente, el piloto que me ha sustituido avisa por radio: el Focus que va delante de él, el número 5 (Fundación Aladina-El Mundo), está dejando en la pista un rastro de algo que parece aceite… En realidad, la rotura es del embrague: un olor característico impregna el aire cuando el vehículo pasa por la recta. Hay que sustituirlo por uno de los coches de reserva, lo que los relega hasta la última posición.

Amanece en El Jarama

La noche ha ido pasando con varios incidentes: hemos realizado el primero de los cambios de ruedas programados y fluctuamos entre el octavo y el séptimo puesto, pero uno de los compañeros ha comenzado a sentirse mal justo cuando estaba conduciendo y ha vomitado… No hay tiempo para remilgos: cuando me quiero dar cuenta ya estoy al volante otra vez, consiguiendo mis mejores cronos de toda la jornada. Bajo contenta, pensando que es una pena que fuera mi último turno, pero me confirman que habrá uno más, cerca de las dos de la tarde.

El 9º puesto nos dio 9.000 euros para la Fundación Lydia Cacho.

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Éste es crítico, pues la gasolina empieza a escasear de verdad y aún quedan 3 horas de carrera. Las caras de preocupación en los otros boxes nos indican que el resto de los equipos está en la misma encrucijada que el nuestro. Decidimos bajar el ritmo; nos retrasará en la tabla, pero nos hará cruzar la línea de meta. Además, no significará menos dinero para nuestra ONG, ya que del 6º al 10º clasificado el premio es de 9.000 euros. Ya que no hemos podido lograr más, al menos queremos darles la alegría de vernos pasar bajo la bandera a cuadros.

Cuando quedan dos turnos de 50 minutos para el final de la carrera, el ordenador de viaje marca una autonomía de 0 kilómetros. Cero. Pero seguimos rodando, cada vez más despacio, con la esperanza de “estirar” las últimas gotas de carburante. Pasa el primer turno; conseguido. Nadie se despega de la pantalla con los tiempos: ir tan lento está haciendo que el último clasificado se nos acerque peligrosamente… Y al fin, «banderazo». Lo logramos. El piloto que está al volante en ese momento hace sonar el claxon como si hubiéramos ganado; nos abrazamos como si de verdad fuera así. Ocurre lo mismo en todo el paddock, la alegría se contagia. La solidaridad, también.

Finalmente, el merecido triunfo es para la Fundación Gomaespuma-As, que ha sabido leer muy bien la carrera y aprovecharse del “pique” entre los hasta entonces dos primeros clasificados: uno de ellos se quedó sin gasolina, el otro se confió… y Gomaespuma se abrió paso y reclamó un puesto que había labrado con paciencia y tesón a lo largo de 24 horas. Logró 38.000 euros que servirán para construir una escuela en Sri Lanka. Eso sí que es una victoria.

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