Volvo C30 1.6 D Kinetic

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Autor: Autocasión
14 de febrero, 2007
Y menudo movimiento. Refinado, silencioso, contundente y alegre definen el rendimiento del motor 1.6 D
Y menudo movimiento. Refinado, silencioso, contundente y alegre definen el rendimiento del motor 1.6 D, el interesante acceso a la gama turbodiésel del C30. Sus 109 CV mueven con enorme soltura al compacto sueco, tan distinto por fuera y bien presentado por dentro como pequeño en las plazas traseras y… algo caro.
Diferente. Antes de entrar en materia, vaya un aplauso para el atrevimiento de los diseñadores de Volvo. Gustará más o menos, pero el C30 es distinto. Y se agradece. Tanto como la amplia gama de mecánicas turbodiésel que ofrece, sabedores en la marca sueca de su gran demanda. En la parte alta, el poderoso D5 con 180 CV. En medio, el 2.0 de 136 CV. Y en la parte «baja», este 1.6 D. Bien entrecomillado el adjetivo «bajo», porque su rendimiento evoca todo lo contrario.
- Comportamiento
- Interior y maletero
- Valor de compra
Comportamiento
Mejor demostrarlo con cifras. Con sus 109 CV, acelera de 0 a 100 km/h en 11,5 segundos y alcanza los 190 km/h de velocidad punta. Buscamos rivales, iniciamos la odiosa comparación y el resultado sonríe a un Volvo 0,6 segundos más rápido que un Volkswagen Golf 1.9 TDI 105 CV y con 3 km/h más de punta que un Audi A3 de idéntica mecánica. Sólo un BMW Serie 1 118d mejora al sueco en aceleración, apoyado en sus 13 caballos más. Los fríos números avalan el rendimiento del C30 1.6 D y las cálidas sensaciones al volante completan una actuación sensacional. Con inyección directa por conducto común y turbo de geometría variable, sus 109 CV mueven con alegría los 1.300 kilos del sueco, que transmite al volante esa confortante sensación de circular sobrado, de guardar siempre una reserva de potencia bajo el pie derecho.
Fuerza dosificada con guantes de seda, sin transmitir un nivel de vibraciones destacable y con la rumorosidad bien contenida. Si destacamos el silencio de marcha en otros modelos de menor caché con este propulsor, la combinación del motor 1.6 D con un habitáculo tan bien insonorizado como el del Volvo procura un refinamiento superior a la competencia. ¿Qué más se puede pedir? Pues un cambio de seis velocidades. Sería la guinda para aprovechar al máximo el potencial del motor y rebajar el consumo medio, único retraso del C30 frente a sus rivales alemanes. Medimos 6,8 l/100 de media durante nuestra prueba, un gasto fácil de rebajar con una relación de cambio más.
Una sexta bajaría el régimen de giro a velocidades de crucero y acortaría los desarrollos de las cinco primeras relaciones para aumentar incluso el poder de aceleración. Nadie es perfecto y el reto para los ingenieros queda sobre la mesa. Así obtendrán una nueva motivación, tras escuchar las felicitaciones por el comportamiento, y no se dormirán en los laureles. Basta negociar unos cuantos virajes para concluir que el chasis del C30 está muy por encima del motor 1.6 D. Si en la prueba del C30 D5 destacamos como una de las principales virtudes el comportamiento en curva, imaginen que ocurrirá en una versión con 70 caballos menos.
El chasis apenas se inmuta ante las embestidas del propulsor y se alía con una dirección muy directa y precisa para trazar giro tras giro con aplomo y eficacia. Apoyado en gruesas estabilizadoras, el nórdico vira muy plano y el eje trasero ayuda a cerrar la trazada con naturalidad. Sin sobresaltos, sin nerviosismos y con la confianza invadiendo al con ductor, sólo los curvones más cerrados provocarán un leve subviraje, reacción fácil de corregir. Y para completar la actuación, un equipo de frenos con cuatro discos ventilados que baja 5 metros la frenada media del segmento y sólo recorre 54 metros para detenerse a 120 km/h.
Interior y maletero
La eficaz respuesta en curva no se pelea con el confort de marcha, al menos a nivel de tarados de suspensión. Otra cosa será la habitabilidad. Después de disfrutar al máximo las virtudes dinámicas del C30, pasamos a las plazas traseras con cierta dificultad. El hueco es demasiado pequeño, como el espacio para las piernas y los centímetros para las cabezas. Con buen criterio, Volvo homologa sólo cuatro plazas, pues un quinto pasajero lo pasaría bastante mal. Igual que nosotros al intentar guardar las maletas en un cofre de 233 litros, 100 menos que la media de la categoría, con portón de cristal . Son las consecuencias del moderno y afilado diseño, que consigue siluetas tan diferentes como aplaudidas.
Valor de compra
Alabamos también la calidad percibida en le habitáculo, con ajustes sin tacha y materiales de fenomenal tacto al nivel de los mejores de la clase. Lo bueno se paga, pero esta vez la factura resulta excesiva. La marca sueca pide 23.400 euros por este C30 1.6 D en su versión Kinetic, muy bien equipada en seguridad y confort… pero más cara que su gran rival en el continente europeo: un Golf 1.9 TDI 105 CV Trendline valorado en 20.510 euros. El precio, por tanto, se convierte en el principal Talón de Aquiles de un compacto sueco tan original por fuera como agradable, potente, refinado y eficaz.
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