Seat León 1.8 TSI DSG

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Autor: Autocasión
18 de junio, 2009
Su apariencia no delata toda la deportividad de un conjunto puesto al día, bien resuelto y sin fisuras, que se confirma como uno de los compactos más atractivos. Excelente tándem el conformado por el motor 1.8 TSI y el cambio DSG de 7 marchas.
No ha hecho falta variar mucho la estética de un modelo que, versiones monovolumen al margen, suele ser el más vendido del segmento compacto en España. Aún así, y después de 4 años de existencia, este rival de los Citroën C4, Fiat Bravo, Ford Focus, Lancia Delta, Mazda3, Opel Astra, Renault Mégane, Toyota Auris y Volkswagen Golf, entre otros, recibe algunos matices que refrescan su imagen.
Por ejemplo, son nuevos sus pilotos, parrilla y logo -más pequeños-, los paragolpes –y faldones integrados-, los diseños de llantas, algunos colores de carrocería e incluso la luneta trasera, un pelín más grande. También los retrovisores -idénticos a los del Exeo– y el spoiler delantero, con entradas de aire reformadas. Hay nuevos colores de carrocería, y en el interior grafías de instrumentación redefinidas, volante -como el del Ibiza-, módulos de climatización y de sonido, y tomas suplementarias USB y Aux-in, entre otros.
Interior
Con 4.315 mm de longitud y 2.578 entre ejes, el León es un compacto favorecido por habitabilidad. Cuatro adultos de buena talla se acomodan sin pegas, y el maletero, dentro de la media, oscila entre 341 y 1.166 litros, según la posición de los asientos traseros.
Sigue abusando de plásticos rígidos poco refinados en la parte superior de las puertas, e incluso en versiones como la Sport analizada el remate en símil aluminio empleado en el centro de la consola y la capilla de instrumentación tiene una presencia mejorable.
Sin embargo, el ajuste es muy bueno, como la posición de conducción, con el pedalier y el volante, de buena empuñadura, bien colocados para cualquier talla. En este punto sí es mejorable la visibilidad frontolateral, penalizada por el grueso y avanzado pilar A.
Por lo demás, la equipación comprende 6 airbag, ESP con control de tracción TCS, 4 elevalunas y cierre con mando -no ofrece ni como extra llave inteligente-, audio-CD, volante multifunción o climatizador doble, si bien relega como extras la alarma -273 euros-, un pack que integra sensores de lluvia, luces, parking -trasero-, 8 altavoces y retrovisor fotocromático -todo por 273 euros-, techo solar -809 euros-, tapizado de cuero -en las imágenes, por 1.266 euros-, navegador -con pantalla táctil, cuesta 828 euros-, alumbrado bixenón direccinoal con luces diurna y de cruce -supone 926 euros más- o Bluetooth -263 euros- entre lo más significativo. Con todo ello su factura básica, de 20.100 euros, se regruesa de forma apreciable.
Comportamiento y Prestaciones
El León que protagoniza esta prueba, impulsado por una mecánica que ya había pasado por nuestras manos en la anterior generación del modelo, no es el más deportivo de la gama, pero sí uno de los más equilibrados por su excelente respuesta, con un consumo que no se va por mucho de 8 litros a los 100 en circulación ordinaria –6,6 anuncia Seat de media, con 153 gr/km y 4,75% de impuesto de matriculación-. Eso sí, yendo fuertes la cosa cambia…
Cuatro cilindros, inyección directa y turbo, 1,8 litros… Todo ello se traduce en 160 CV a unas tranquilas 5.000 rpm, pero sobre todo en un considerable par máximo de 250 Nm constante entre sólo 1.500 vueltas y 4.200. Su empuje, muy ordenado, es siempre intenso, e incluso si se pisa con ganas el coche reacciona con rabia y temperamento. Tiene un sonido bonito -al ralentí casi no se aprecia-, y permite unas prestaciones estupendas: 213 km/h de velocidad punta y un paso de 0 a 100 km/h de 7,8 segundos. Además, el citado par máximo permite un gran reprís para adelantar.
La envidiable elasticidad del motor conecta de cine con las virtudes del cambio probado, el automático y secuencial DSG de 7 marchas, un extra de 1.700 euros sobre el León manual con este motor -18.400 con el mismo acabado- de lo más recomendable.
Con doble embrague robotizado, es rapidismo en su acción, transmite sensaciones muy deportivas -adosa levas de selección al volante y da un golpe de gas en reducciones fuertes- y apura mucho la mecánica porque luce desarrollos cortos, incluso en las relaciones más largas, que «arrastra» con la soltura de un fibroso atleta de fondo.
Una virtud más: el comportamiento, otra de las grandes bazas del coche. Agil, fácil de llevar rápido, con frenos potentes pero dosificables, una dirección y un tren delantero incisivos… La nueva generación León ha modificado la amortiguación y las barras estabilizadoras. La altura del conjunto baja 3 mm -ahora 1.455-, el coche es un poco más aerodinámico y, sobre todo, netamente más confortable.
Destacable
– Motor y cambio DSG.
– Dinámica confortable pero efectiva.
– Precio interesante.
Mejorable
– Visibilidad frontolateral muy limitada.
– Ciertos plásticos son mejorables.
– Consumo a ritmo fuerte.
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