Prueba del VW Beetle R-Line de 220 CV

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Rubén Fidalgo
22 de marzo, 2018
Justo ahora que Volkswagen ha anunciado que dejará de fabricar el Beetle, nos ha parecido un bonito momento para hacerle una prueba-homenaje de despedida. Si tienes ganas de un coche diferente y algo de simpatía, corre porque ya no habrá más oportunidad de hacerse con uno.
Volkswagen ha anunciado que pone fin a la producción del Volkswagen Beetle y que, al menos por ahora, no tendrá un sucesor. Con esta prueba del VW Beetle R-Line de 220 CV, en Autocasión hacemos nuestro pequeño homenaje a un coche que no ha tenido el éxito que se merecía. Puede que, en vista de la aceptación del I.D. Buzz Concept, la marca quiera centrar sus esfuerzos en lanzar al mercado otro neoclásico y resucitar el Volkswagen Bulli.
Los amantes del mítico Escarabajo no vieron con muy buenos ojos que el New Beetle primero y el Beetle ahora montasen un motor delantero refrigerado por agua y que se lanzase al mercado no como un utilitario sino más bien como un coche para caprichosos nostálgicos. El error es considerar al Beetle como un sucesor del clásico. Este coche ha sido más bien un homenaje al primer Volkswagen y, como tal, no ha estado mal.
¿Acaso el Mini actual o el Fiat 500 tienen algo en común con los modelos a los que «rememoran»? Sin embargo, el italiano y el británico han sido recibidos con los brazos abiertos tanto por los apasionados de los originales como por los que ni siquiera sabían que había un Fiat más pequeño que el Seat 600.
Adiós al VW Beetle
Para despedirnos del Beetle, hemos elegido la versión más extrema y opuesta al simpático «Escarabajo»: el R-Line de 220 CV, un coche con unas prestaciones que ni Hitler ni Porsche soñaron cuando combinaron sus mentes para lanzar el primer Volkswagen. Gracias al motor 2.0 TSi, el ejemplar de esta prueba pulveriza los 100 km/h de velocidad máxima del proyecto original. Es como si hubiesen cruzado el ADN de un Escarabajo con el de un Golf GTi, y el resultado no está nada mal. Estéticamente es un coche que provoca simpatía y sonrisas amigables en vez de miradas desafiantes, y sus prestaciones y comportamiento en carretera hacen que nos podamos divertir mucho.
No es el coche más práctico del mundo, pero todavía lo son menos sus principales rivales «neoclásicos» y, a cambio, tenemos un coche diferente, llamativo y muy muy divertido.
Diseño: Neoclásico

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La verdad es que no hay mucho más que añadir en cuanto al diseño del Beetle que no hayamos comentado ya en pruebas anteriores en Autocasión. El toque deportivo que le da el acabado R-Line con las molduras de los pasos de rueda en negro satinado y esas molduras que rememoran a los estribos del clásico en el lateral le sientan muy bien. Para conseguir llenar los enormes pasos de rueda (que parecen todavía más grandes con esas molduras negras), este Beetle va calzado con unas gigantescas llantas de 20 pulgadas calzadas con neumáticos 235/35-20.
En el frontal también hay matices sport y las formas de las tomas de aire del faldón y el marco de los antinieblas en negro hacen que el coche parezca más bajo y ancho. Para mejorar la refrigeración del motor y del intercooler del turbo, esta versión tiene una toma de aire adicional sobre la matrícula que parece una sonrisa en la cara de este Escarabajo.
El alerón trasero rompe el arco que forma el techo con el portón trasero. No me suelen agradar este tipo de adornos, pero éste tiene una ventaja y es que produce sombra sobre la tercera luz de freno y hace que sea más visible cuando se enciende.
Hay dos detalles del Escarabajo clásico que siempre he echado de menos en sus «reediciones»:
- La dos salidas cromadas de escape
- Los indicadores de dirección delanteros sobre las aletas
En este caso sí cuenta con dos salidas de escape en la parte trasera, pero, en vez de estar en la parte central de la zaga, se encuentran en los extremos.
El color naranja metalizado con ciertos matices tornasolados le sienta bien y contrasta con los detalles en negro. El conjunto es llamativo y, lo mejor de todo, desprende simpatía. Es curioso, pero, cuando estás en un semáforo con un Golf GTi, parece que muchos te desafían y te miran con cierta agresividad. Con el Beetle, en cambio, lo normal es que los gestos sean de complicidad.
Los acabados son buenos y no hay diferencias de tonalidad entre las partes plásticas y las metálicas y, en general, este Volkswagen da la sensación de ser robusto y bien armado.
Interior: Cuidado con los asientos claros

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Cuando se presentó el Beetle, uno de los aspectos que más se criticó fue la calidad de los plásticos del interior. Con el paso de los años, los modelos que han ido saliendo como rivales han reducido también su calidad de acabados interiores, así que, ahora que está ya al final de su vida útil, no sólo no desentonan los plásticos del Beetle sino que resultan mejores que los de algunos rivales.
Esta versión deportiva cuenta con 3 relojes adicionales sobre la parte central del salpicadero que informan sobre la temperatura del aceite, un cronómetro/reloj y el manómetro de la presión del turbo. Es una pena que en el cuadro de instrumentos principal siga teniendo un gigantesco aforador de combustible en lugar de usar ese sector para informar también de la temperatura del refrigerante.
Donde más se nota el paso del tiempo en el diseño del interior del Beetle es en el tamaño de la pantalla táctil del sistema multimedia y la ausencia de Apps que permitan una mayor interacción con los smartphones actuales.
Los asientos son cómodos y la postura de conducción ideal se consigue fácilmente gracias a los generosos reglajes del asiento y columna de dirección.
Este ejemplar cuenta con un tapizado muy atractivo, pero poco práctico. La parte de color vainilla del tejido de los asientos se mancha fácilmente, aunque sólo sea por la humedad que se produce en ellos siempre que, al abrir la puerta, caen gotas del techo sobre la banqueta.
El Beetle no es un coche pensado para ofrecer un gran espacio a sus pasajeros. En él ha imperado la forma sobre la función, pero por lo menos pueden ir cuatro adultos más o menos cómodos. El maletero tampoco es para tirar cohetes, pero su acceso es excelente gracias a un enorme portón.
Si necesitamos más espacio, podemos abatir los respaldos y aprovechar el hueco de la rueda de repuesto, que aquí queda casi vacío al carecer de ésta y equipar un kit de reparación de pinchazos.
Motor: Corazón GTi

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Nada nuevo bajo el capó de este Beetle. Se trata del motor de dos litros de cilindrada y turbo que monta el grupo Volkswagen en varios modelos de sus diferentes marcas y con diferentes niveles de potencia. Aquí rinde 220 CV, que son transmitidos al suelo gracias a una caja de cambios DSG de doble embrague de 6 marchas.
Sus prestaciones son muy buenas y dan para bastante diversión en el Beetle. El selector del cambio tiene una posición Sport que hace que la caja tenga una respuesta más deportiva, buscando mantener el motor en su zona de par óptimo. Por supuesto, tiene la posibilidad de manejarse de modo manual/secuencial, ya sea con la palanca o con las levas en el volante.
Se ha mejorado bastante su respuesta en las maniobras de aparcamiento, que era el talón de Aquiles de este tipo de transmisiones de doble embrague.
La respuesta al acelerador es contundente y el motor 2.0 TSi responde con celeridad y con muy poco retraso en la respuesta del turbo, en parte, gracias a su buena cilindrada.
Me ha gustado mucho el funcionamiento del cambio. Tiene algo de inteligencia artificial que se acostumbra a nuestra forma de conducir y se vuelve más suave o más agresiva según nos comportemos nosotros. Al cabo de unos pocos kilómetros, se anticipa muy bien a lo que haríamos nosotros en modo manual.
Otro detalle que me ha llamado la atención es el sonido del motor. Soy muy fan de los VW aircooled y en casa hemos tenido desde un VW 13o2 hasta un Karmann Typ34. Este Beetle tiene un ronroneo cuando abrimos gas entre las 2.500 y las 4.000 rpm que me recuerda mucho al del bóxer de 4 cilindros de sus ancestros… aunque sin ese resoplido tan característico que producían las dos trompetillas en los Escarabajo clásicos.
Comportamiento: Lastrado por 20 pulgadas

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El Beetle llegó antes de que en Volkswagen repartiesen chasis MQB a diestro y siniestro, así que se tiene que conformar con una plataforma anterior. Esto no es malo, para nada; de hecho, sus suspensiones son muy similares a las del Scirocco. No tiene la posibilidad de montar un eje trasero multibrazo como los Golf o León más potentes, pero es que un eje trasero de brazos tirados no tiene por qué ir mal si está bien diseñado y las geometrías son buenas, como es el caso.
En ciudad es una gozada su caja de cambios automática, que hace que los atascos no sean una tortura para nuestros gemelos y nos quita mucho estrés. Las abultadas aletas debemos tenerlas en cuenta a la hora de maniobrar en los parkings y con columnas, pues sobresalen bastante.
Viajando por autopista y vías rápidas, el Beetle resulta más cómodo de lo que me esperaba viendo el ridículo perfil de sus llantas de 20 pulgadas. Las suspensiones y los asientos hacen un buen trabajo supliendo lo que no puede hacer el colchón de aire de unas ruedas de mayor perfil.
En curva rápida se siente muy estable, y los badenes y juntas de dilatación no lo descolocan. La dirección se siente muy precisa, suficientemente rápida y con un nivel de asistencia muy bien elegido, ni demasiado blanda ni dura.
Donde más disfrutaremos es en carreteras secundarias. El motor tiene unas buenas prestaciones y es una gozada realizar adelantamientos con la seguridad que dan sus 220 CV. Las suspensiones no son demasiado secas y esto ayuda a que las ruedas no pierdan el contacto con el suelo ni siquiera sobre asfaltos muy rizados. En este sentido me ha gustado mucho más que, por ejemplo, el Mini Cooper S, que probé por la misma zona de la montaña leonesa. Mientras que en el Mini saltaba el ABS a la mínima por los rebotes de sus secas suspensiones, el Beetle pisa con eficacia. Sus reacciones son muy nobles en todo momento y dan confianza.
Si avivamos el ritmo y buscamos sacar partido de su potencia, este Beetle se comporta como un verdadero GTi y resulta muy divertido. La parte trasera está siempre dispuesta a ayudarnos, si la provocamos un poco, y acaba siendo un coche que se lleva muy bien con los pies (jugando con las transferencias de pesos gracias al acelerador y al freno) además de con el volante.
En esta ocasión no tuve tiempo de someter a un examen más profundo al Beetle en el circuito de pruebas, pero nunca me ha defraudado este coche cuando lo he metido en la pista. Frena bien, es ágil, divertido y, sobre todo, muy fácil y progresivo.
En resumen: si te seduce su imagen y estás planteándote su compra, no lo dudes, es un capricho la mar de agradable de usar y que puede ser muy divertido si quieres. Apura, que ya quedan pocos.
Equipamiento: Se paga por algo diferente

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Tratándose de un tope de gama, este Beetle va bien equipado, eso sí, a costa de una abultada factura final. Los años se notan en la ausencia de sistemas que cada vez son más frecuentes, como los sensores de ángulo muerto, el control de crucero adaptativo, el sistema de alerta de colisión con frenado de emergencia, el mantenimiento en el carril… es decir, le faltan ADAS (asistentes avanzados a la conducción) y es más que razonable pensar que sea precisamente éste el motivo por el que este neoclásico se jubila.
Tenemos un control de crucero convencional, navegador, climatizador bizona (algo absurdo en un coche con un habitáculo de tan pocos metros cúbicos de volumen), ordenador de viaje, volante multifunción, faros bi-xenón de baja intensidad (por eso no necesita lavafaros ni corrección automática de altura), faros antiniebla (de muy buena iluminación, por cierto), sensores de aparcamiento, sensor de lluvia, luces de encendido automático… No está nada mal.
Entre los elementos que equipaba esta unidad estaba el formidable equipo de sonido firmado por la mítica marca Fender. Su calidad de audio es muy buena y compensa con creces el espacio que nos roba el subwoofer en el costado derecho del maletero.
Consumo: Razonable para sus prestaciones

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Aunque la aerodinámica del Beetle no es para tirar cohetes y sus ruedas de 235 mm de ancho son un freno importante, los consumos del Beetle no han sido malos si tenemos en cuenta sus prestaciones, lo cual habla muy bien de su motor turbo de gasolina. Eso sí, los datos oficiales difieren notablemente de los reales.
El consumo en ciudad ha sido de 10,5 l/100 km en lugar de los 9,2 l/100 km declarados por la marca en su ficha técnica. Aunque es una cifra elevada, no lo es tanto en un coche de más de 200 CV.
En carretera, si somos exquisitos con el acelerador y no hay tráfico, podemos llegar a ver los 5,6 l/100 km oficiales, pero lo normal será que estemos en el entorno de los 6,3 l/100 km en un uso normal y con algún que otro adelantamiento a camiones, etc.
La aerodinámica nos frena bastante y el consumo sube hasta los 7,4 l/100 km circulando a los máximos legales en autopista.
Con estos datos de consumo y un depósito de 55 litros, la autonomía de este Beetle está en el entorno de los 700 km.
Rivales: Rivales del VW Beetle 2.0 TSi 220 CV
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Vehículo | Volkswagen Beetle Cabrio 2.0 TSI R-Line DSG 162kW |
Mini Mini Cooper S Aut. |
Abarth Abarth 695 1.4T-Jet Rivale 175 Aniversario Aut. 132kW |
Volkswagen Golf 2.0 TSI GTI 169kW |
Precio | Desde 36.845 € |
Desde 30.650 € |
Desde 33.620 € |
Desde 34.883 € |
Combustible | Gasolina | Gasolina | Gasolina | Gasolina |
Cambio | 6 marchas | 6 marchas | 5 marchas | 6 marchas |
Potencia (CV) | 220 | 192 | 180 | 230 |
Aceleración 0-100 km/h (s) | 6,9 | 6,8 | 6,7 | 6,4 |
Consumo Medio (l/100 km) | 6,9 | 5,4 | 6,0 | 6,3 |
Emisiones CO2 (g/km) | 160 | 125 | 139 | 148 |
Nuestra valoración: 7,3
Diseño 8
Motor 8
Comportamiento 8
Interior 7
Equipamiento 7
Consumos 6
Destacable
- Imagen simpática y diferente
- Prestaciones
- Posibilidades de personalización
Mejorable
- Espacio en plazas traseras
- Accesorios caros
- Visibilidad
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Comentarios
Hola!
El peso es un poco excesivo 2.028 kg. Supongo que es un error.
Hola Pablo, el peso indicado en la ficha técnica que proporciona Eurotax es la masa máxima autorizada, es decir, el del coche cargado a tope.