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Prueba del Audi A8 L 50 TDi 2018

Prueba del Audi A8 L 50 TDi Rubén Fidalgo.

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01 de noviembre, 2018

Pocas veces se enfrenta uno a un reto como éste: examinar un coche tan repleto de equipamiento que, sólo para aprender cómo funciona todo, necesitas un día completo. Después de casi una semana con él deja claro que está en vanguardia tecnológicamente, pero en Audi aún tienen recorrido en refinamiento, lujo y calidad de acabados.

«A la vanguardia de la técnica«, así reza alguno de los lemas de Audi y, si hay un modelo en su gama que es el paradigma de esta afirmación es su buque insignia, el Audi A8. Si encima se trata de la versión de plataforma alargada como el de esta prueba del Audi A8 L la cosa sube todavía un peldaño más.

Hay dos aspectos que me han sorprendido muy gratamente en esta prueba del modelo más lujoso, grande y pesado de Audi. El primero de ellos es que su conducción es muy agradable y resulta mucho más ágil de lo que sus dimensiones nos puedan hacer pensar, todo ello sin perder ni un ápice de confort. El segundo, y que no es nada baladí, es que su enorme equipamiento y sus complicadísimos asistentes y accesorios son súmamente fáciles de manejar. En una tarde acabas dominando las infinitas funciones que el Audi A8 tiene a tu disposición. El truco está en unos menús muy intuitivos y en que han sabido mantener teclas de acceso directo a determinadas funciones, en vez de delegarlo todo a una pantalla táctil.

Por desgracia, no todas las sorpresas han sido positivas. Sin lugar a dudas es un coche excepcional y proporciona un confort y una seguridad a bordo envidiables. También su nivel tecnológico está en lo más alto, pero un coche de este precio se merece unos acabados de mayor calidad, que las puertas queden mejor alineadas y, sobre todo, con menos grillos de los que me he encontrado en esta unidad, especialmente en la puerta del conductor.

Qué ofrece de más el Audi A8 L

En Europa no hay mucha demanda de modelos de plataforma extendida, pero en mercados como el chino, por ejemplo, su demanda es tan elevada que incluso se venden berlinas «pequeñas» como el BMW Serie 3 con versiones alargadas.

Por este motivo no hay muchos rivales para esta versión alargada del Audi A8 , que mide 13 centímetros más que el modelo normal, hasta llegar a los 5,3 metros de largo. Sus principales enemigos nos los encontramos, precisamente, en su país de origen, uno de ellos incluso en su propia familia, el Porsche Panamera Executive, que no se ofrece con mecánicas diésel en la actualidad.

Sus otros dos rivales son el Mercedes Clase S y el BMW Serie 7. Ambos cuentan con versiones de chasis largo y en todos ellos el nivel de tecnología, equipamiento, prestaciones y precio es muy similar.

El Audi A8 L tal vez sea el que más agradable resulta de conducir. Puede que no sea tan dinámico como el Panamera, pero logra más ventaja en confort que lo que pierde en deportividad. El Clase S ofrece un interior algo más lujoso, pero su conducción es menos gratificante, mientras que el BMW acusa algo más el paso de los años en un interior con un diseño algo menos atractivo. No debemos olvidar que el Audi A8 acaba de estrenar esta nueva generación, mientras que el BMW Serie 7 lleva ya los años suficientes en el mercado como para que esté a punto de lanzarse el facelift, con un equipamiento, diseño y mecánicas mejoradas.

Diseño: Llega a ser discreto

El Audi A8 L es más discreto de lo que parece.

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Hay a quien no le gusta que los modelos de una marca concreta sigan una línea de diseño tan pautada que hace que resulte difícil encontrar diferencias entre las gamas más compactas y los más altos. En cierto modo es lo que sucede con este Audi. Si no fuese porque es difícil disimular su tamaño (mide más de 2 metros de ancho y 5 de largo, casi cabe entre sus ejes un A3), por el día tiene pocas diferencias que nos permitan identificarlo como el modelo más lujoso de la marca o un A6 e incluso un A4. Otra cosa es por la noche, cuando la formidable iluminación hace que al instante te des cuenta de que lo que tienes frente a ti es un coche especial.

El frontal es atractivo y contundente pero sin resultar demasiado llamativo. La enorme parrilla enmarcada por un perfil cromado de forma hexagonal y los faros full led inteligentes (de excelente iluminación) definen «la cara» de este A8 L, que no tiene ninguna diferencia con las versiones de batalla normal.

La parte trasera es bipolar. Por el día es súmamente discreta y sólo nos impresionará la enorme anchura que se percibe de ella. Sin embargo, por la noche se convierte en una especie de sala de fiestas (puedes ver las fotos nocturnas en la galería de imágenes) repleta de luz. Incluso cuando nos acercamos al coche nos saluda con un espectáculo de luces digno del Tangiers de Las Vegas.

En la vista lateral sí que veremos diferencias con el A8 normal, y es que 13 centímetros son difíciles de disimular en una puerta tan larga como la que deja el acceso a las plazas traseras.

Las enormes llantas de 20 pulgadas con neumáticos de 265 mm de ancho ponen un punto sport al A8 con su diseño imitando radios cruzados. Su aspecto es atractivo, pero su entramado hace que su limpieza sea complicada.

Aunque esto del diseño va en los gustos de cada uno, el Audi A8 L tiene una imagen atractiva y resulta proporcionado estéticamente.

Lo que ya no me ha gustado tanto son sus acabados. No es que los ajustes sean chapuceros, al contrario, está muy bien fabricado, pero uno espera algo más en un coche que supera holgadamente los 100.000 euros de factura. Las ranuras que quedan entre las puertas y los diferentes paños de la carrocería son mayores que las que encontramos, por ejemplo, en un Lexus LS y tampoco quedan bien alineadas las puertas delanteras con las traseras (ver detalle en la galería de fotos), detalles que están mejor resueltos en otros rivales que parecen ajustados con un tiralíneas.

Interior: Cuando la primera clase se queda corta

Las plazas traseras son las verdaderas protagonistas de este Audi.

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Recuerdo que cuando era un niño había peleas con mis hermanas para ver quién viajaba en el asiento delantero. Estoy seguro de que de haber tenido este coche en aquella época, la disputa iba a ser para sentarse en las plazas traseras.

Los 13 centímetros de más de longitud van íntegros a la «zona noble» del Audi A8 L, no sólo para las piernas, también para el mecanismo de los asientos traseros, que se pueden regular de forma que la banqueta avanza a la vez que se reclina el respaldo.

La unidad probada, además, contaba con las pantallas táctiles en los respaldos delanteros y todas las opciones posibles para crear una atmósfera única en las plazas traseras: asientos climatizados y con masaje, cortinillas eléctricas, controles para manejar la climatización independiente, techo solar trasero…

Estas pantallas que ves en las plazas traseras pueden utilizarse con multitud de funciones, desde manejar el equipo de sonido con salidas de audio independientes para cada plaza, activar el masaje de los asientos, cambiar de emisora o ver la tele hasta utilizarlos para mostrar la información del viaje y saber a qué velocidad nos está llevando el chófer y el itinerario.

El confort en las plazas traseras es formidable, pero también el ambiente que nos rodea hace que nos sintamos casi mejor que en casa. Parte del truco está en una iluminación led del interior que crea un entorno muy acogedor.

Sin embargo, uno echa en falta un mayor lujo en un coche de este tipo. Sí, tenemos asientos de piel y toda clase de gadgets a nuestra disposición, pero en Audi han puesto más empeño en la parte tecnológica (por ejemplo, al acercar las manos a los huecos de puerta unos sensores detectan esta presencia y aumentan la luminosidad para que veamos bien lo que vayamos a dejar o coger) que en el lujo puro y duro. Si te subes en algunos rivales de gran lujo, sobre todo ingleses o italianos, la moqueta es de un «pelo» mucho más grueso, el cuero se siente de mayor calidad, etc.

Tampoco comulgo demasiado en un coche de este lujo con los acabados en plástico brillante. Me parece un material indigno de un coche de esta categoría, fácil de rayar, en el que se quedan marcadas las huellas dactilares y que produce destellos y reflejos muy molestos cuando el sol entra por las ventanillas.

En las plazas delanteras también se viaja de lujo y no hay distinción de clases, ofreciendo la posibilidad de masajearse la espalda también al chófer, que tiene ante sí un puesto de conducción muy cómodo, con muy buena información y en el que una infinidad de mandos están al alcance de las manos y son sencillos de manejar.

El aislamiento acústico es sobresaliente y la suspensiones filtran todas las irregularidades con suavidad. Todo esto hace que la vida a bordo del Audi A8 L sea un placer… un placer que se desvanece en gran medida cuando circulamos por una zona adoquinada o con asfalto rugoso y empezamos a escuchar muchos ruidos molestos. Sorprendentemente, el foco de estos ruidos no está en los soportes de las pantallas traseras ni en accesorios «flotantes». En el caso de la unidad de pruebas casi todos los «grillos cantaban» en la puerta del conductor, como si tuviese algún mecanismo interior suelto, también en la del copiloto. También venían algunos ruidos molestos del mecanismo que oculta las trampillas de aireación delanteras, otro gadget que no aporta ninguna ventaja, aunque sí es llamativo.

Por cierto, ya que hablamos de mecanismos en las puertas, el tirador que las abre es poco ergonómico pero tiene una función muy interesante: si intentamos abrir la puerta y los sensores del Audi A8 detectan que se acerca un ciclista, un peatón u otro vehículo, el tirador se bloquea y no permite abrir la puerta. Esto es un elemento de seguridad excepcional, tanto para los pasajeros de este yate como para los demás usuarios de la vía.

 

Motor: Micro híbrido con tarjeta Eco

El motor diésel mueve con mucha alegría este mastodonte.

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La mecánica de la unidad probada es el 3.0 V6 de 286 CV diésel. Su cifra de potencia no es espectacular para un coche de este porte, pero sí su par con 600 Nm que llegan desde poco más que el ralentí y no desaparecen hasta casi las 4.000 rpm. Esto hace que su empuje sea contundente en un rango de revoluciones enorme, lo que unido a la caja de cambios de 8 marchas con bloqueo del convertidor de par hace que el A8 empuje de forma rotunda desde parado hasta bien superados los 200 km/h.

Ni el motor ni la caja de cambios son revolucionarios en sí mismos, pero hay un truco que sí lo hace especial y que sea capaz de ganarse la etiqueta Eco de la DGT: su microhibridación.

Esta generación del Audi A8 tiene el honor de ser el primer automóvil con una red eléctrica de 48 voltios que permite ciertas ventajas. En este coche hay dos redes eléctricas: la convencional, de 12 voltios, se emplea para activar los sistemas comunes como los elevalunas, el equipo de audio, la iluminación, el reglaje de los asientos, etc.

La red de 48 voltios se encarga de proporcionar energía a los sistemas que demandan más potencia y consumo energético, por ejemplo, el arranque del coche, las estabilizadoras activas de la suspensión, el turbo eléctrico,  etc. No es un coche híbrido que pueda rodar en modo eléctrico, pero sí que este sistema permite que al rodar en rueda libre se apague el motor para reducir a cero el consumo y se ponga en marcha suavemente gracias al funcionamiento de una máquina eléctrica reversible, que funciona como alternador para producir corriente cuando el motor está en marcha, y como motor de arranque cuando las baterías le dan corriente.

Cuando lo conduces lo que más se nota es, precisamente, que a veces te encuentras rodando por autopista llaneando a 120 km/h con el motor apagado y que se pone en marcha de manera absolutamente imperceptible.

Su funcionamiento es correcto, pero está claro que es más un «truco de magia» para conseguir la etiqueta Eco que algo que realmente reduzca los consumos y las emisiones drásticamente.

Comportamiento: Un trasatlántico que se lleva como una patrullera

El A8 L es más ágil de lo que en un principio pensemos.

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Impresionante, así es el comportamiento dinámico de este coche. A ver, no es un GTi, pero uno no se imagina que un aparato de casi cinco metros y medio de largo y dos toneladas de peso sea capaz de rodar con la agilidad que lo hace este Audi A8 L, encima, lo hace con un nivel de confort insuperable.

En ciudad impone su tamaño a la hora de movernos en medio del tráfico, pero sobre todo a la hora de aparcarlo. Encontrar hueco para su longitud es complicado, pero aparcarlo en batería en un garaje y tener espacio para poder abrir las puertas y bajarnos de él es todavía más complicado, con una anchura que supera los 2 metros.

Gracias a la caja de cambios automática, el generoso par motor y la formidable dirección (en poco más de dos vueltas entre topes gira una barbaridad), el A8 L se mueve con cierta soltura en el tráfico y puede maniobrar más fácilmente de lo que pensamos, pero su tamaño es el que es y no encoge ni con agua caliente, así que no le gustan mucho los espacios achicados.

En carreteras secundarias su empuje y su estabilidad harán que los adelantamientos sean muy seguros y que podamos rodar a buen ritmo sin que los pasajeros se mareen lo más mínimo y se disfruta a sus mandos de la conducción casi tanto como del masaje y la película en las plazas traseras, algo muy difícil de lograr en este tipo de coches. Además de su escaso balanceo, lo más impresionante es la agilidad de su eje delantero, que entra en el giro con obediencia.

Sin lugar a dudas, su hábitat son las autovías. Para empezar, están hechas a su escala y el A8 L saca lo mejor de sí, dejando claro que su misión es transportar a sus pasajeros con una seguridad y confort absolutos mientras los kilómetros caen sin la menor fatiga, ni siquiera mecánica, con una autonomía que supera los 1.000 km.

Gracias a sus más de 3 metros de distancia entre ejes tiene un paso por curva rápida pasmoso. Los frenos están a la altura y sólo si rodamos demasiado rápido en zonas muy viradas de puertos de montaña llegan a desfallecer.

En el circuito de pruebas vuelve a sorprender por su excelente dinamismo, y eso que casi parece que no cabe en la pista. La maniobra de esquiva a 80 km/h la supera con holgura. Hace trabajar al control de estabilidad, pero éste controla la trayectoria sin hacer cosas raras ni brusquedades.

En cuanto a la frenada de emergencia, las distancias son buenas y también el aguante a la temperatura.

En definitiva, el Audi A8 L está a un nivel excepcional en el apartado dinámico. Sus reacciones son ágiles y muy seguras. Para poner en aprietos a su suspensión y su tracción total hay que rodar a un ritmo disparatado o hacer las cosas rematadamente mal. Lo mejor de todo es que, además, es comodísimo.

Equipamiento: Sin límites

El equipamiento de esta unidad casi no tiene límites.

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Como puedes ver en la lista de la ficha técnica, el equipamiento de este modelo es muy completo y puede llegar a ser casi infinita si tiramos del interminable catálogo de opciones y accesorios disponibles. Está claro que el límite lo pone la cuenta corriente… y la legislación vigente. El Audi A8 L podría disfrutar de sistemas de nivel 3 de conducción autónoma, es decir, que en momentos puntuales podríamos delegar la conducción en el propio vehículo, por ejemplo en los embotellamientos en el acceso a las grandes ciudades en hora punta.

En materia de seguridad, la dotación de este A8 L es de las más completas que se ofrecen en el mercado actual: alerta de colisión con frenado de emergencia, detección de peatones, control de crucero adaptativo y con conducción predictiva, faros matrix led inteligentes, suspensión activa, sistema anti colisión múltiple, sensores de tráfico cruzado trasero, de ángulo muerto… y más.

En materia de confort también nos encontramos con una lista interminable: asientos calefactados, climatizados y con función de masaje, climatizador de 4 zonas, sistema de sonido de alta fidelidad, asientos traseros regulables y climatizados con función de masaje, reposapiés para las plazas traseras, puertas con apertura y cierre asistido, pantallas multimedia individuales, salidas de audio para cada pasajero, televisión, internet… de todo.

Por supuesto, también en el apartado de conectividad está a la última, aunque sorprende un detalle: no es compatible con Apple. Tanto las pantallas traseras como el sistema multimedia del Audi A8 L trabaja bajo Android y, cuando queremos conectar un smartphone Ios para reproducir la música que tengamos en él, el sistema no se comunica con él. Sorprende este hecho, sobre todo teniendo en cuenta que es muy probable que las personas que tienen acceso a un automóvil como éste, es probable que sean fans de la manzana de Turing.

El equipo de sonido firmado por Bang & Olufsen tiene una calidad de audio extraordinaria, aunque algunos elementos son más efectistas que efectivos, como los twitters que van montados en las esquinas del salpicadero y que emergen al activar el sonido, muy llamativos.

El equipamiento se puede completar todavía más con elementos como el asistente automático de aparcamiento o el de detección de baches, que prepara la suspensión para que los socavones de la carretera pasen inadvertidos para los pasajeros.

Como dice el anuncio de la lotería, «no tenemos sueños baratos», y este coche es un claro ejemplo.

Consumo: Menos de lo esperado

Los consumos son contenidos para su peso, tamaño y prestaciones.

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Que un coche de este tamaño, calzado con unos ruedones de casi 300 mm de ancho y con tracción total gaste poco puede parecer una quimera, pero, siempre que nos mantengamos en los límites legales y no seamos los primeros saliendo de los semáforos, el Audi A8 L 50 TDi sorprende por lo poco que gasta, aunque más de lo que declaran oficialmente.

En ciudad es donde más se le atragantan los kilos y el arrastre de la tracción total y el cambio automático, que hacen que se dispare hasta los 8 l/100 km frente a los 6,3 l/100 km oficiales.

En carreteras, con cruceros entre 70 y 100 km/h, el Audi A8 L 50 TDi se conforma con sólo 6 l/100 km, casi tan poco como la cifra oficial de 5,2 l/100 km.

La aerodinámica es buena y hace que no se dispare mucho el consumo cuando subimos la velocidad hasta los 120 km/h en autopista, donde este Audi A8 se queda en los 6,8 l/100 km, una cifra muy buena.

Con estos datos de consumo y una piscina de 82 litros de gasóleo, la autonomía del Audi A8 supera con holgura los 1.000 km.

Rivales: Rivales del Audi A8L 50 TDi 2018

Vehículo

Audi A8 L 50 TDI quattro tiptronic

Bmw 740LdA xDrive (9.75)

Mercedes-benz S 350d Largo 9G-Tronic

Porsche Panamera 4 Executive Aut.

Precio Desde
100.361 €
Desde
116.973 €
Desde
102.800 €
Desde
116.540 €
Combustible Diésel Diésel Diésel Gasolina
Cambio 8 marchas 8 marchas 9 marchas 8 marchas
Potencia (CV) 286 320 286 330
Aceleración 0-100 km/h (s) 5,9 5,3 6,0 5,6
Consumo Medio (l/100 km) 5,6 6,1 5,1 7,8
Emisiones CO2 (g/km) 146 162 158 178

Nuestra valoración: 7,8

Diseño 8

Motor 7

Comportamiento 8

Interior 9

Equipamiento 8

Consumo 7

Destacable

  • Confort de marcha
  • Seguridad
  • Tecnología

Mejorable

  • Grillos y ruidos parásitos
  • Ajustes de puertas
  • Boca de carga del maletero

Ver ficha técnica y equipamiento

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