Peugeot 508 1.6 THP 156 CV

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Autor: Autocasión
10 de abril, 2011
El sustituto del 407 gana en tamaño, calidad e imagen. El gasolina de 156 CV en acabado Allure aporta confort, buen equipamiento y consumos razonables. Cuesta 28.350 euros.
Peugeot ha sabido encontrar el mejor sustituto posible del 407, modelo en declive y que poco podía hacer frente a las últimas berlinas medias aparecidas recientemente, en un segmento donde hay mucho y bueno para elegir: Citroën C5, Ford Mondeo, Opel Insignia, Renault Laguna, Seat Exeo o, el líder, el Volkswagen Passat, son algunos ejemplos.
Y aunque lo lógico hubiese sido seguir la nomenclatura y firmar al recién nacido como 507, la firma gala ha cambiado el tercer dígito para situarlo a mitad de camino entre una berlina media (407) y una grande (607). Estrategia que en lo práctico se ha traducido en unas dimensiones mayores que las del 407 -es 10 cm más largo- para mejorar así el espacio interior, sobre todo en las plazas traseras -tanto en altura como en espacio para las rodillas, no así en anchura-, y la capacidad del maletero -que ahora pasa de los 432 litros del 407 a 515 litros-, los dos puntos más criticados del modelo al que sustituye.
La carrocería viste un traje elegante y sobrio, nada espectacular pero al gusto de sus clientes potenciales. En el sedán de cuatro puertas quedan perfectamente definidos los tres volúmenes. Las nervaduras adquieren protagonismo en contraposición de los trazos planos típicos de otros tiempos. El frontal pierde agresividad pero gana refinamiento gracias a una calandra de menor tamaño, muy bien tallada, unos faros rasgados y unas vistosas luces de led perfectamente integradas. El lateral traza una línea tipo coupé con un techo combado que finaliza en un parabrisas y una luneta muy tendidas. La zona más discreta es, sin duda, la trasera, con mucha chapa a la vista y unos pilotos rasgados mediante filas de led como único elemento ‘rompedor’.
Interior
Por dentro se percibe una importante ganancia tanto en la calidad percibida como en los ajustes y el diseño. También cambia la disposición de los mandos, que varía según el nivel de acabado de que se trate. La unidad probada venía con el Allure, el más completo de todos, además de varios extras como navegador, climatizador doble tanto delante como atrás y sensores de aparcamiento.
Semejante dotación supone que prácticamente todos los huecos disponibles están ocupados por teclas y botones, tanto en el salpicadero como en el volante, en la consola central y en su prolongación hacia los asientos. Desde un mando central rodeado de varias teclas, situado entre los asientos delanteros, en una posición algo retrasada y difícil de manejar sin apartar la vista de la carretera, se controla el audio, la navegación y el teléfono. Funciones que, para una mayor comodidad, también son accesibles desde el volante, en el que se incluye el ordenador de viaje y un control de velocidad adaptativo cuyos mandos, a mi gusto, se sitúan en una zona baja, algo incómoda.
Acceder al interior es fácil, tanto delante como atrás gracias a unas generosas puertas. El asiento delantero ofrece varios reglajes y permite acomodarse bien al volante desde una postura de conducción que dificulta algo la percepción de la zona más alejada del capó. La visibilidad trasera no es del todo buena por el escaso tamaño y lo tendido de la luneta, algo que podría subsanarse con una cámara de aparcamiento pero que Peugeot no la ofrece ni como extra.
En el completo equipamiento del 508 con acabado Allure no se echa prácticamente nada de menos. Entre otros, climatizador doble bizona, control de crucero adaptativo, acceso y arranque sin llave, asistente de arranque en cuesta, dirección asistida de endurecimiento progresivo, seis airbags y llantas de aleación en neumáticos 215/55 WR17.
Uno de los dispositivos que monta en opción es el Head up Display, sistema que proyecta información en una pequeña pantalla retráctil situada sobre el salpicadero, entre la instrumentación y el parabrisas, que avisa sobre la velocidad a la que se circula, el programador de velocidad activa o una versión resumida del navegador. Aunque la misión del Head up Display es la de fijar la vista en un punto que no distraiga la vista de la carretera, no me parece del todo satisfactorio por la escasa nitidez de la pantalla, sobre todo en presencia de mucha luz solar.
Comportamiento y prestaciones
El arranque se realiza por medio de un botón situado a la izquierda del volante. Una vez en marcha se percibe una agradable ausencia de ruidos procedentes del motor, un detalle muy bien cuidado y que se debe no sólo al trabajo realizado en la insonorización del habitáculo sino a la suavidad de la mecánica de gasolina. Me gusta cómo funciona la caja de cambios de seis velocidades, sin ningún tipo de imprecisiones pero con un recorrido de palanca algo largo, lo normal en una berlina sin pretensiones deportivas.
La vida en ciudad no resulta excesivamente sencilla con el 508. A las dificultades de visibilidad ya mencionadas se une una carrocería de grandes dimensiones y un radio de giro de volante algo elevado, lo que perjudica moverse con destreza entre el congestionado tráfico urbano, así como aparcar en huecos pequeños. La dirección es cómoda y tiene un tacto algo firme, cualidad que se agradece al salir a carretera.
Entre tanto motor diésel, se agradece conducir una mecánica de gasolina de última generación como la que monta este 508. Se trata de un 1.6 litros de cuatro cilindros con inyección directa y turbo capaz de generar 156 CV de potencia y rendir un par máximo de 240 Nm a tan sólo 1.400 vueltas. Su margen de utilización es amplio ya que permite apurar hasta más allá de las 7.000 revoluciones.
Con 1.600 centímetros cúbicos, este motor pudiera parecer, sobre el papel, poco capaz para mover los 1.400 kilos de peso del 508. Pero no es así. Sin ser una bomba, a poco que pisemos el acelerador y vayamos subiendo marchas, el coche adquiere velocidad con rapidez y, una vez en sexta, mantiene unos ritmos de crucero más que suficientes como para desentenderse del cambio. Aunque el consumo medio oficial es de 6,4 litros/100 km, es difícil conseguirlo en la práctica. Y por mucho que atiendas a las indicaciones de cambio de marcha que aparece en la instrumentación, es complicado bajar de 7,5 litros/100 km conduciendo a un ritmo normal.
En el comportamiento del 508 cabe destacar la comodidad por encima de otros aspectos. Los baches los supera sin transmitir ningún tipo de molestia a los ocupantes. El coche da la sensación de ir bien aplomado y en curvas a penas se perciben molestos balanceos. La dirección de endurecimiento progresivo hace un trabajo perfecto a la hora de llevar el coche por el sitio elegido sin que surjan pérdidas en la trayectoria. Al acelerar con decisión en plena curva el coche tiende a irse ligeramente de delante, algo normal en una berlina de tracción delantera. Tanto el tacto de los frenos como su eficacia están a la altura, y los controles de estabilidad y tracción actúan con solvencia aunque son un tanto sensibles si forzamos la marcha.
El precio de este 508 1.6 turbo de gasolina de 156 CV con acabado Allure es de 28.350 euros, un tanto elevado si lo comparamos con los de la competencia, aunque razonable si se tiene en cuenta cuestiones como el confort que aporta, la elegancia de su carrocería, la calidad y el espacio del interior, el buen rendimiento mecánico y la comodidad que ofrece en marcha.
No valorado
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Comentarios
Pedazo coche……buenos acabados, amplitud y buen motor con un diseño elegante.
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