Kia Carens 2.0 CRDi EXII

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Autor: Autocasión
05 de diciembre, 2006
El salto cualitativo dado por el nuevo Carens ha sido espectacular: Crece en tamaño, confort, calidad, seguridad y tacto
No nos ha pillado de sorpresa. Y decimos esto porque el salto cualitativo dado por el nuevo Carens ha sido espectacular. Tanto que del anterior modelo apenas conserva el nombre. El resto es otra historia. Y decimos que no nos ha sorprendido tanto como debiera porque hace ahora dos años tuvimos ocasión de ver y «manosear» este modelo en Corea del Sur, su origen, porque el destino es Europa. El nuevo Carens es un «inmigrante» que ya tiene sus papeles en regla y, por lo tanto, ya goza de todos los derechos y obligaciones a la hora de captar a un cliente más exigente.
No es que la versión anterior fuera un «ilegal», no, pero estaba por debajo, en muchos aspectos, a lo que acostumbra y se le exige a un monovolumen compacto europeo moderno. Por ello, estaba condenado a realizar «tareas peor remuneradas», donde el precio era la principal razón para su adquisición. Eso ya se acabó, porque una vez «regularizado» sus argumentos son bastante más poderosos.
- Comportamiento
- Interior y maletero
Comportamiento
Y llega lo mejor: el compromiso entre confort y rendimiento una vez en marcha. El Carens monta el conocido propulsor de dos litros de inyección directa por conducto común de 140 CV de potencia. Suave y muy trabajador, ofrece una gran entrega a bajo y medio régimen avalado por un turbo de geometría variable que ayuda en este aspecto. Este motor comienza a empujar con ganas una vez superadas las 1.500 vueltas y alcanza todo su esplendor al acariciar las 2.500. Luego sigue dando mucho margen, hasta iniciar su ocaso alcanzadas las 4.000 rpm.
La gestión del cambio recae sobre una caja manual de seis relaciones. En sus desarrollos comprobamos un gran salto entre la segunda y la tercera velocidad (existen dos relaciones de grupo finales diferentes: una para la primera y la segunda, y otra para el resto) y, curiosamente, se acortan en quinta (perfecto para adelantar) y sexta (quizás hubiera sido mejor alargarla algo más para beneficiar el consumo). De hecho, algunas recuperaciones registradas en quinta y sexta velocidad son similares. El conjunto no es ruidoso y tampoco vibra demasiado, lo que se traduce en un mayor confort de marcha. En este sentido, mucho tiene que decir el bastidor. Heredado del Magentis, presume de suspensión independiente en las cuatro ruedas, lo que unido a su amplia pisada le otorgan un gran equilibrio y calidad en movimiento.
Las irregularidades se absorben bien porque prima el confort. De todas formas si hay que ir rápido no se arruga, aunque se harán palpables las inclinaciones de la carrocería, y si nos pasamos no puede disimular su tendencia subviradora. Para entonces, la electrónica en forma de ESP ya habrá actuado. De cualquier modo, nos estamos volviendo locos, porque en la filosofía de este vehículo no consta que haya que ir de rally. Si el cambio y la dirección brillan a gran altura, los frenos también son eficaces, aunque propensos a la fatiga, así que mejor dosificar en las bajadas pronunciadas con el vehículo cargado. Y para completar el confort y la calidad en marcha, el Carens ofrece un equipamiento de serie generoso, a la altura de sus principales rivales europeos, a los que el Carens se acerca día a día a pasos agigantados. Lástima que el precio también…
Interior y maletero
Crece en tamaño, confort, calidad, seguridad y tacto. Casi nada. Puesto a crecer ha estirado 55 mm la longitud, 50 la anchura y 40 la altura. De hecho, con sus 4,545 es algo más largo por ejemplo, que un Renault Grand Scénic (52 mm) y bastante más que un VW Touran (138 mm), por poner un vehículo de cinco plazas que pueden optar a siete (el alemán) y otro de siete que ahora también se ofrece con cinco (el francés). Con semejante derroche de centímetros, el Carens no adolece precisamente de «raquitismo». Cualquiera que sea nuestra ubicación, las cinco plazas cuentan con un tamaño suficiente para afrontar con garantías un largo recorrido con adultos.
Pero como no vivimos en un mundo feliz tratemos de sacarle los colores. En la segunda fila, este modelo se desmarca con respecto a la competencia con un sillón que consta de una banqueta de una sola pieza. Además, en la versión de cinco plazas que nos ocupa no dispone de regulación longitudinal (algo que sí ocurre en el de siete plazas). Estos «percances» le restan alguna puntuación frente a sus rivales respecto a la modularidad, algo que en este tipo de vehículos no es para tomárselo a la ligera. Sí se abate por partes el respaldo (60/40), que además cuenta con regulación en inclinación (cuatro posiciones).
Y también comprobamos que la mala fama que suele acompañar a la plaza central trasera no tiene sentido en el Carens, ya que es perfectamente utilizable (no hay incómodos reposabrazos ubicados en el respaldo, el mullido de la banqueta es uniforme, la altura al techo resulta notable, el piso es plano…). Todo perfecto; eso sí, siempre y cuando no despleguemos los dos posalatas ubicados en el tramo final de la consola central, que obliga a abrir las piernas al pasajero del centro y a agacharse en exceso a los ocupantes de los laterales si desean beber.
Sin querer nos hemos dirigido al ámbito familiar, pero es sobre el conductor donde debe recaer el mayor protagonismo. La ergonomía en el puesto de conducción es buena, aunque el volante no goce de regulación en profundidad y no haya agudizado el ingenio al nivel del C4 Picasso a la hora de encontrar «soluciones habitacionales» (nadie lo ha hecho, por hubiera sido bueno cambiar de sitio el mando que acciona las funciones del ordenador de viaje (está detrás del volante). Y como a lo bueno nos acostumbramos rápidamente, desearíamos cambiar el freno de estacionamiento de pie por otro eléctrico (qué fácil es disparar con pólvora del rey). De esta manera también ganaríamos espacio para un generoso cofre situado en la consola central y evitaríamos rozarnos el pantalón a la altura de la espinilla con el pedal del mencionado freno cuando está desbloqueado.
De todas formas, esta solución gusta en el mercado americano y a marcas del prestigio de Mercedes… La calidad de los acabados ha mejorado mucho. A la vista los ensamblajes son más correctos, aunque al tacto no goce de plásticos acolchados. Perfecta es la ubicación de la palanca del cambio, así como su guiado entre marchas, con unos desplazamiento más rápidos y suaves debido a la incorporación de unos nuevos ejes y el sincronizador.
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