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Ford Mondeo

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14 de mayo, 2007

Estamos en plena campaña electoral y de repente se ha colado en las listas un candidato con grandes opciones. Ya en 2004 el Mondeo fue el preferido por los clientes y ahora pretende repetir éxito y mandar a la «oposición» al Peugeot 407 y al VW Passat

Estamos en plena campaña electoral y de repente se ha colado en las listas un candidato con grandes opciones. Ya en 2004 el Mondeo fue el preferido por los clientes y ahora pretende repetir éxito y mandar a la «oposición» al Peugeot 407 y al VW Passat, los grandes triunfadores del momento. Argumentos no le faltan, aunque destacan la dinámica y el espacio por encima de todo.

EL Ford Mondeo es un viejo conocido que estaba un tanto aletargado. Ahora el nuevo modelo coge carrerilla y se coloca en lo más alto del segmento gracias a un salto cualitativo realmente espectacular. Del pasado sólo queda el nombre. El diseño, aparente y musculoso, responde a esa línea de lenguaje denominada «kinetic design» que se inició con el S-Max y tuvo su continuidad con el Galaxy. De hecho no sólo toma algunos rasgos estéticos, sino que comparte con ellos plataforma (en Ford prefieren hablar de familia) y línea de montaje en Genk (Bélgica).


El Mondeo despega con todo: tres carrocerías diferentes y seis motorizaciones, tres de gasolina y tres más diésel. Sólo deja en la recámara un 2.3 gasolina de 161 caballos y cambio automático secuencial (llegará a finales de año) y un 2.0 FlexiFuel de 145 CV (ya para 2008). Este modelo ha crecido considerablemente respecto a la generación anterior. Tanto que la versión 5 puertas (será la más vendida) se estira 40 mm de largo, 70 de ancho y 80 de alto. También la distancia entre ejes crece 100 mm y el maletero 30 litros. Por su parte, el Sportbreak (familiar) aumenta (70 mm de largo).


Pero el que verdaderamente llama la atención es el 4 puertas, ya que con una longitud de 4,844 metros (lo mismo que un Serie 5) supera en nada menos que 66 mm al cinco puertas. La habitabilidad interior es una de las grandes beneficiadas por esta ganancia en centímetros, con un espacio para las piernas en las plazas traseras realmente generoso. El interior, por cierto, también recurre a un diseño más limpio, con una terminación y calidad de los ajustes realmente buena, más a la vista que al tacto, eso sí La oferta mecánica en gasolina comienza por un 1.6i de 123 CV, al que le sigue un 2.0i de 145 CV (ambos con cajas manuales de cinco velocidades) y concluye con el poderoso 2.5 turboalimentado de cinco cilindros y 220 CV de origen Volvo. En diésel, el abanico contempla un 1.8 TDCi de 125 caballos y dos variantes del 2.0 TDCi, una manual de 140 CV y otra automática de 130 CV, todos ellos de seis relaciones.


Para los amantes de más caballería, comentar que en un futuro llegará una mecánica TDCi de cinco cilindros y 180 CV , potencia que sí acarician ya algunos de sus rivales. En nuestra toma de contacto tuvimos ocasión de rodar con las versiones más potentes tanto en gasolina como en diésel y equipadas hasta los dientes. Y no nos han defraudado lo más mínimo. Todo lo contrario. Primero optamos por el 2.5 turbo de 220 caballos. Este propulsor es una delicia por su capacidad y suavidad. Desde apenas 1.500 vueltas empuja con ganas y su abanico de actuación acaricia las 5.000 rpm sin desfallecimientos. A bajo régimen actúa como un TDCi (de hecho presume del mismo par motor que éstos), pero según sube de vueltas se transforma, aunque debido a su linealidad no transmite nunca sensación de grandes prestaciones (las tiene).


El comportamiento es mejor aún de lo que esperábamos. Es una garantía compartir la geometría y diversas soluciones del tren de rodaje del S-Max, adecuado, eso sí, a las características del nuevo Mondeo. Además, sólo tuvimos opción de rodar con el tren de rodaje interactivo (IVDC), una garantía añadida y opción que cuesta 950 euros. Este sistema permite elegir entre tres niveles de actuación. En Normal se equipara a la suspensión de serie del Mondeo; en Confort el tarado se suaviza un 15 por ciento, mientras que en Sport se endurece hasta un 50 por ciento. Lógicamente, aunque apostemos un modo concreto, el vehículo adecuará la suspensión en función de las condiciones y en tiempo real si fuese necesario.


El resultado es espectacular. El coche no duda en curva, no subvira prácticamente nada, la dirección transmite sin vacilación y para que trabaje el control de estabilidad (serie) hay que «buscarle». Las sensaciones en cuanto a dinámica no varían con respecto a la versión TDCi de 140 caballos. Es más, al gozar de unas prestaciones más comedidas, el bastidor parece ir todavía con más margen en zonas sinuosas. El cambio goza de un tacto realmente agradable e invita a utilizarlo y si tenemos que poner algún «pero» sería la respuesta a bajo régimen, algo tranquila hasta alcanzar las 2.000 vueltas. Luego se desquita.


Si la dinámica siempre ha sido un punto fuerte en este modelo, la amplitud interior también ha sido una de sus bazas. Ya hemos comentado el espacio destinado para las piernas en las plazas traseras. A eso se une una cota de anchura considerable y unas capacidades de maletero realmente sobresalientes. Eso sí, por debajo encontramos una rueda de repuesto de emergencia y en el caso de las berlina un umbral de carga demasiado elevado, acción que se complica en el 4 puertas con un boca de acceso no demasiado grande. Sí se han corregido detalles como los retrovisores exteriores (raquíticos en el modelo anterior) y a pesar de que nos gusta el moderno y metálico acabado Titanium, nos decantamos por el Ghia (símil madera) para evitar incómodos reflejos del sol y la luz. En definitiva, el nuevo Mondeo vuelve con poderosas razones para convertirse de nuevo en superventas.

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