Ford Ka

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Autor: Autocasión
30 de octubre, 2008
Recién llegado al universo microutilitario, el nuevo Ka tiene ante sí el difícil reto de superar las ventas de su antecesor, todo un icono en este sentido. Mucho diseño, un chasis eficaz y un doblete mecánico pueden obrar el milagro.
Con una producción total de 1.460.000 unidades desde que debutó en 1996, relevar al Ka no era tarea fácil para los responsables del óvalo. Simple pero efectivo, con cuatro plazas, una dinámica muy satisfactoria a partir de un chasis sencillo, costes de construcción y adquisición asequibles, diseño sugerente… No, definitivamente no era sencillo reemplazarlo, pero aún así el relevo ha salido brillante.
Porque el coche, de aspecto fresco, desenfadado y cosmopolita, entra por los ojos al enlazar con la moderna corriente estética ‘Kinetic Design’ proyectada en los S-Max, Kuga y Mondeo, pero, sobre todo, en el Fiesta, pese a compartir su esencia técnica –y hasta la línea de producción en Polonia– con el Fiat 500, del que hereda los motores.
Sus contenidas dimensiones –3,62 metros de largo, como el anterior– conjugan un aspecto incluso atlético, fruto de unos prominentes pasos de rueda que albergan llantas de 15 pulgadas de serie –a nuestro país sólo vendrá, por ahora, el acabado Titanium–; o, incluso, de aleación de 16 pulgadas con neumáticos 195/50.
Como antes, sólo habrá un Ka, de tres puertas y cuatro plazas homologadas, todo un inconveniente si el uso va a ser familiar, especialmente si hay que llevar críos de un lado a otro. Porque hay modelos equiparables, como el Hyundai i10, que tienen cinco puertas, y otros, como Citroën C1 o Peugeot 107, que se ofrecen en variantes de tres y cinco.
A cambio ofrece colores exteriores –combinados con los interiores– tan imaginativos como llamativos. Dentro de esa política, Ford ofrece una extensa línea de personalización que, entre otros, incluye tres tendencias: Digital Art, Grand Prix y Tattoo, con distintos adhesivos, combinaciones de tono… En el interior, eso sí, el cuerpo central de la consola es parecido al del Fiat 500, si bien la decoración los distingue suficientemente.
Los motores escogidos para su estreno, siempre con emisiones por debajo de 120 g/km, son dos: un 1.2 de gasolina de 8 válvulas y 69 CV, correcto para su planteamiento urbano –y un 21% más austero que el 1.3 saliente–, y, por primera vez en un Ka, un austero turbodiésel ‘common rail’ –también de origen Fiat– con cambio de cinco marchas, que con 1,3 litros de cilindrada y 75 CV asume mejor usos ruteros. Los dos han de mover un lastre algo superior a las versiones equivalentes del 500, pero cumplen sin pegas.
En lo referente a seguridad, son de serie el doble airbag frontal y el ABS con EBD. Los airbag laterales delanteros y de cortina, o el ESP –con asistente de arranque en cuesta HSA y servofreno de emergencia HBA, además de control de tracción ASR– se relegan a las opciones. Curiosamente, el Ka aspira a cuatro estrellas EuroNCAP y no a las cinco que atesora ya su ‘primo’ de Fiat.
Opcionales también son la conexión Bluetooth –con puerto USB para audio externo y mandos en el volante–, el techo panorámico –desde 2009–, la tapicería de piel, el climatizador, el parabrisas y los asientos calefactados, vidrios ahumados, unos asientos mejorados –el del conductor con ‘Easy Entry’– o el sensor trasero de estacionamiento.
Equipado con dirección electromecánica EPAS, el Ka disfruta de tren delantero McPherson y de eje torsional trasero similar al del 500, pero con reglajes de estabilizadoras, muelles y amortiguadores propios. El resultado es un coche ágil y aplomado, fácil de conducir y con energía sufi ciente para agradar en el uso diario, incluso por carretera o autovía, sobre todo, el 1.3 TDCi.
Sus precios oscilan entre 10.600 y 12.200 euros.
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