Corsa 1.3 CDTi/Clio 1.5 dCi

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Autor: Autocasión
01 de febrero, 2007
La nueva generación, representada por el Corsa, viene pisando fuerte, pero todavía le falta algo de experiencia. Precisamente la que tiene el Clio
La nueva generación, representada por el Corsa, viene pisando fuerte. Es joven, moderno y tiene ganas de comerle terreno a sus rivales, pero todavía le falta algo de experiencia. Precisamente la que tiene el Clio, forjada a lo largo de los años. Ambos han conseguido elevar la categoría del utilitario, pero sólo uno puede reunir la mejor puntuación…
Alos utilitarios ya no habría que llamarlos así, porque han dejado de serlo para convertirse en algo más que eso. Son vehículos que cada día se asemejan más al segmento C pero mantienen las ventajas, sobre todo de tamaño, del segmento B. Características que, si se combinan con una buena dinámica y unas buenas prestaciones, lo convierten en el coche ideal para la época en la que vivimos: tamaño reducido para moverse con agilidad por la ciudad y motores medianamente potentes y de bajo consumo para poder circular por la carretera. Y todo ello, claro, pensando en el bolsillo tanto a la hora de comprarlo como en el día a día; punto en el que se encuentran los modelos de esta comparativa.
Corsa, aunque con una larga trayectoria ha cambiado radicalmente su imagen y se ha convertido en un coche totalmente nuevo. Este mini-Astra nada tiene que envidiar en aplomo y acabados a su hermano mayor. Y menos en la versión Sport de nuestra unidad de pruebas, con una estética muy deportiva en la que destacan sus, quizás exageradas, llantas de aleación de 17 pulgadas –de serie son de 16 pulgadas–. Una medida que permite un paso por curva nada habitual en un utilitario, y una muy buena capacidad de frenada pero, todo hay que decirlo, si no estuviera acompañada del ESP, podría ponernos en serios aprietos. Además, una dirección precisa con tan sólo 2,3 vueltas de volante entre topes unida a un chasis rebajado –18 mm delante y 15 detrás– respecto a las versiones Enjoy o Essentia, convierten a este Corsa en un coche divertido en tramos revirados.
Se han retocado también la estabilizadora trasera, que ha aumentado de diámetro hasta los 20 milímetros, y el espesor del eje trasero, que es de 7 mm frente a los 5,5 del resto. El problema es que su peso –1.225 kilos– le condiciona a la hora de moverse con un motor que se nos antoja demasiado pobre. Un conjunto tan bien acabado permite un motor mucho más vivo. Éste, un 1.3 CDTi de 90 CV de origen Fiat peca de una lenta respuesta por debajo de las 2.000 rpm y, unido a unos desarrollos demasiado largos que podrían haberse cambiado, tal y como se ha hecho en las versiones de gasolina, penaliza su puntuación final. Esta pobre calidad en la respuesta repercute en algunos aspectos como el agrado de conducción en ciudad que se ve notablemente reducido. O en los adelantamientos, más apurados y, a la postre, complicados. Hechos que provocan que haya que reducir para circular en una marcha inferior a la que iríamos normalmente en el Clio, provocando un aumento del consumo, entre otras cosas.
No ocurre lo mismo, sin embargo, con el Clio, que se presenta como un coche con un conjunto más equilibrado aunque tenga un aspecto menos llamativo que el del Corsa. Pesa 50 kilos menos y el motor es más elástico, a pesar de tener 5 CV menos. Es un coche con una respuesta progresiva, que se mueve con la misma agilidad tanto en carreteras de montaña como por ciudad. Y todo ello se debe, además de a lo anterior, a unas suspensiones eficaces y confortables y a una buena capacidad de frenada. Hay que tener en cuenta que esta motorización supuso una renovación del anterior 1.5 dCi de 80 CV, con la que Renault afinó la electrónica y el turbo para obtener un aumento de potencia que, aunque no mucho, hace que se muestre eficaz en todos los sentidos y le dota de fuerza, incluso por debajo de las 2.000 vueltas. Sin embargo falla en la dirección, que está demasiado asistida, lo que se agradece en un trayecto de casa al trabajo pero en cuanto salimos a una carretera secundaria se echa de menos algo más de precisión.
Y, tal y como ocurre en el Corsa, el ESP equilibra de forma considerable su comportamiento. La pena es que en ambos casos este sistema forma parte del equipamiento opcional. Como decíamos, es en el apartado de la motorización donde el Opel Corsa pierde puntos respecto al Clio. Sólo hay que fijarse en los cinco segundos más que emplea el Corsa en recorrer los mil metros desde 40 km/h en quinta. Además hay que tener en cuenta que el motor del Corsa está asociado a una caja de cambios de 6 marchas, con lo que los desarrollos de las cinco primeras marchas deberían ser más cortos y las reacciones más alegres que las del Clio, con un cambio de cinco relaciones.
Pero no es así. El utilitario de la marca del rombo acelera de 0 a 100 km/h casi un segundo más rápido –12,9 seg. respecto a 13,8 del Corsa–, y se muestra mucho más obediente a las órdenes del acelerador. De todas maneras el tacto de la dirección es algo artificial; justo lo contrario que en el alemán, que tiene una precisión inusual para tratarse de un utilitario. Además, los tarados de la suspensión en el francés conceden mayores balanceos, lo que se traduce en un peor confort de marcha. Abrimos las puertas para pasar a unos interiores muy mejorados. Tanto que, al igual que ocurre con el comportamiento, el Corsa ha dado un salto de gigante en sus acabados y presentación en general. Ofrece una visión más fresca y moderna en consonancia con la línea actual y deportiva de Opel. Se ha conseguido una sensación de coche grande, tanto en sus reacciones como en su interior.
El volante, multifunción en opción, se regula en altura y profundidad –no como el Clio–. Y en cuanto a los asientos, muy deportivos, hay que decir que recogen muy bien. Mejor que los de su homónimo francés que, aunque tiene una estética menos agresiva, no por ello dejan de sujetar bien. Detrás, el espacio para las piernas es algo reducido en ambos casos aunque el Clio tiene algo más de altura en estas plazas. El diseño de las ventanillas delanteras está mucho más conseguido en el Corsa, con más superficie acristalada. Sin embargo, las traseras en este modelo resultan bastante claustrofóbicas. La calidad de los materiales y acabados del Clio subió muchos enteros con la aparición de esta última generación.
Basta con echar una ojeada al plástico acolchado del salpicadero o a la solidez de sus puertas para darse cuenta de que el Clio, aunque más veterano, ofrece una buena impresión a primera vista. En cuanto a la capacidad del maletero, ambos ofrecen un buen volumen de carga: 285 litros el Corsa y 288 litros el Clio. Muy similar en ambos casos aunque en el empeño de la marca alemana de crear un coche más versátil y moderno, ofrece soluciones como un práctico separador que puede situarse en posición vertical y bajo el que se ubica un enorme cajón, donde se puede guardar parte del equipaje. Además, la inclinación del respaldo se puede modificar unos centímetros para ganar litros de volumen o espacio para los ocupantes.
En líneas generales, los dos modelos se sitúan en el mismo plano tanto por precio –16.750 euros el Clio y 16.890 el Corsa– como por acabado general. A ambos se les puede achacar también el hecho de que no incorporen de serie el control de establidad. E incluso, la capacidad de carga es más o menos la misma. Es pues, en el apartado de prestaciones donde el Corsa se queda atrás. Y, sobre todo, existiendo una opción de 125 CV –1.7 CDTi– por unos 1.400 euros más. La veteranía del francés se impone, aunque por poco, a la frescura del alemán al que todavía le queda camino por andar.
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