BMW 325i Coupé/Peugeot 407 Coupé V6 3.0 Pack

12 fotos
Autor: Autocasión
20 de diciembre, 2006
Aceleran el corazón desde el primer vistazo, apresan la mirada y piden a gritos un conductor al que mostrar sus genes deportivos
Fondo y forma son los dos ejes sobre los que bascula esta comparativa. En el fondo encontramos dos atractivos coupés derivados de berlina, aunque los rasgos del alemán sugieren que ésta tuvo su origen en aquél, mientras que el caso del francés parece justo el contrario. Esto nos lleva a distinguir entre dos caminos de entender un mismo concepto. Por un lado, el Peugeot, con amplios voladizos, sigue la tradición, a escala, de los grandes coupés norteamericanos; mientras que el BMW reduce el voladizo delantero a la mínima expresión y camufla el trasero bajo la inclinación del techo y los paso de rueda, de manera que nos encontramos ante un modelo mucho más compacto.
Estas primeras señas de identidad definen los rasgos de uno y otro y marcan distancias en cuanto a habitabilidad y comportamiento. Respecto a la primera, incluso disponiendo el 407 de mayor longitud, anchura y altura, no alcanza las cotas interiores del 325i, que con mayor distancia entre ejes aprovecha mejor el espacio trasero. En las plazas delanteras, el modelo germano ofrece una excelente posición de conducción, gracias a que el asiento y el volante se regulan en altura y profundidad y a que todos los mandos están al alcance de la mano. Además, encontramos algún que otro guiño al sibaritismo, como esas palancas que te acercan automáticamente el cinturón de seguridad cuando cierras las puertas, evitándote realizar ejercicios contorsionistas para alcanzarlo e invitándote a abrochártelo.
Asimismo, los mandos de los elevalunas y del reglaje de los retrovisores exteriores están en una posición más natural en la puerta del conductor, lo que implica no tener que retroceder el brazo para buscarlos. El Peugeot proporciona similar calidad de acomodo a conductor y acompañante, aunque carece de esos pequeños detalles. También hallamos sustanciales diferencias en la botonería de los mandos de confort. Así, mientras la consola central del francés acoge un sinfín de pulsadores (radio CD, climatizador, teléfono, cierre centralizado…), el alemán integra la mayoría de ellos en uno, el iDrive, un «joystick» que da acceso a distintas pantallas desde las que se ajustan las funciones. En el Peugeot encontramos como principal ventaja el acceso rápido y como inconveniente la distracción al pulsar botones tan pequeños.
Lo contrario ocurre en el BMW, que requiere cierta adaptación al mando único, pero que elimina la mayoría de pulsadores de la consola central. Una diferencia más: mientras el 407 se arranca con llave, el 325i lo hace pulsando un botón, tras haber introducido el mando de apertura en la ranura que al efecto hay en el salpicadero. En caso de elegir la opción «acceso de confort», el coche detecta la llave y ni para entrar ni para arrancar necesitaremos utilizarla. Un sofisticado equipamiento opcional que, sin embargo, contrasta con la ausencia de serie de los anclajes Isofix, el sensor de lluvia o el paquete de compartimientos.
En calidad de acabado, el BMW está un paso por delante, con mejores ajustes y materiales, sobre todo en la zona baja de las puertas y del salpicadero, donde Peugeot emplea plásticos duros. Cuestión de fondo también es la entrada a las plazas traseras, que requiere de ciertas dosis de flexibilidad en ambos modelos debido a la línea descendente del techo y a lo retrasado y bajo que están los asientos traseros, a pesar de que los delanteros, con memoria de posición, se desplazan lo suficiente para facilitar el acceso. Una vez dentro, la habitabilidad del alemán es mejor que la del francés, al contar con mayor espacio para las piernas y, sobre todo, a la altura de la cabeza. Ambos disponen de dos asientos ergonómicamente diseñados que, además de confortables, sujetan bien el cuerpo y de un reposabrazos central, si bien el túnel de transmisión del BMW, al ser tracción trasera, es mucho más voluminoso.
En cuanto a la versatilidad, si de tal se puede hablar en unos coupés de corte deportivo, ambos modelos incluyen de serie respaldos de los asientos traseros abatibles por partes asimétricas, que amplían la utilidad de los maleteros. El del Peugeot, con 400 litros, es 40 litros más pequeño que el del BMW, pero a cambio esconde en su interior una rueda de repuesto de medida normal, frente al kit reparapinchazos de su rival.
Y si hasta el momento hemos tratado, sobre todo, cuestiones de fondo, ahora nos vamos a referir a la forma en que rinden sus mecánicas y trabajan sus chasis, es decir, a su comportamiento. Mientras el Peugeot se decanta por un 3.0 de seis cilindros en V y lo sitúa transversalmente en el vano, BMW opta también por otro seis cilindros, pero en línea y en posición longitudinal. Los dos disponen de sistema de admisión variable, aunque el del germano, más sofisticado, es responsable en buena medida de su excelente rendimiento. El V6 del galo, que presume de un sonido imponente y rinde 211 CV, con un par máximo de 29,6 mkg, sube de vueltas con suavidad y no desfallece hasta alcanzar las 6.000 rpm. El del BMW, con 218 CV y 25,5 mkg de par máximo, escala en el cuentavueltas a mayor velocidad y es algo más elástico –el corte lo tiene a 7.000 rpm–.
Junto al motor, nuestras versiones de prueba montaban cajas de cambio automático secuencial de seis marchas, que en el caso del BMW puede incorporar levas tras el volante. Más rápida y menos conservadora la de este último, sus desarrollos aprovechan mejor la potencia, lo que redunda en mejores prestaciones. Además, contiene el consumo en márgenes inferiores a los del 407. La de este también es rápida, pero no apura el régimen del motor tanto como la del modelo bávaro. Esto, junto al elevado peso del coche (200 kilos más que su rival) y su menor potencia, determina su desventaja. El peso es también importante a la hora de analizar el comportamiento. Sobre todo, la forma de distribuirlo. BMW, que emplea aluminio y magnesio en el propulsor y material sintético en distintas partes de la carrocería (las aletas son de termoplástico), lo hace prácticamente al 50% sobre cada eje; mientras que Peugeot, que intenta compensar el enorme peso de las puertas con aluminio en el capó y material composite en el portón del maletero, recarga 1.068 kilos sobre el eje delantero y 569 sobre el trasero.
En autopistas y autovías, los dos ofrecen un alto grado de confort, aunque el 407 hace valer su sistema de suspensión electrónica, con amortiguación variable y gestión independiente para cada amortiguador, que reduce los balanceos y cabeceos de la carrocería. Así, sólo sobre las juntas de dilatación de los puentes o en pequeños baches notaremos esa mayor suavidad con la que trata a los ocupantes. En cambio, la precisión al volante es mayor en el alemán, que sigue al milímetro las órdenes del conductor y en curvas rápidas entra con mayor agilidad, lo que transmite confianza al volante. En carreteras de montaña, el 325i Coupé es una locomotora sobre raíles, traza por donde se le indica y apenas permite balanceos de la carrocería.
Y cuantas más curvas, mayor diversión, porque el conductor toma más confianza hasta integrarse por completo en la estructura del coche y ser una pieza del mismo. Por comportamiento, es uno de los mejores coupés del mundo y un claro exponente del «be water» del que habla Bruce Lee en el anuncio de la marca. Durante toda la prueba vimos encenderse una sola vez la luz del control de tracción, y cuando en circuito cerrado lo desconectamos, su comportamiento seguía siendo sobresaliente. El 407 Coupé también ha pasado con nota el examen, si bien en curvas muy cerradas tiende ligeramente al subviraje (incluso con la suspensión en posición Sport) y no enlaza tan rápido unas con otras como su rival, debido a que las inercias restan algo de precisión a la trazada y los balanceos se dejan sentir más.
Aun así, el control de tracción tampoco tuvo demasiado trabajo y, en conjunto, su comportamiento no merece menos que un notable alto. Los dos han registrado unas distancias de frenado muy buenas, pero de nuevo el BMW se desmarca con cifras inferiores gracias a las funciones ampliadas del DSC (control dinámico de estabilidad), como la de frenos alerta (las pastillas se acercan a los discos en situaciones en las que probablemente se pise a fondo el pedal), el sistema de control dinámico de los frenos o DBC (que aplica mayor presión a los frenos cuando es necesario) o el control de frenado en curvas (CBC). Buena parte de estas funciones vienen de serie en el 407 Coupé, si bien el mayor peso del coche termina por penalizarlo. Y repetimos: no en exceso.
Asegurábamos al principio que estos dos modelos reclaman pasión frente a razón, y creemos que el argumento que damos lo aclara: el coupé es un modelo primordialmente para quienes les gusta conducir. Por eso, es también un capricho que añadir a la lista de los Reyes Magos; eso sí, tengan en cuenta que el precio de uno y otro (43.302 euros el BMW y 42.900 el Peugeot) no parece en principio muy dispar, aunque el francés incluye de serie una mayor dotación. ¿Placer de conducción o conducción de placer: 325i Coupé o 407 Coupé? Ustedes eligen, aunque los dos tienen buenas dosis de ambos, y tengan en cuenta que no se equivocarán.
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