Audi Q7 V12 TDI

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Autor: Autocasión
27 de julio, 2009
Camiones aparte, no hay otro diésel con la fuerza del Q7 más potente. Con 500 CV se acompaña de un precio, un tamaño y un consumo en consonancia.
Audi entiende que para combatir el empuje de los BMW X5 y X6, Mercedes-Benz Clase ML, Porsche Cayenne o Volkswagen Touareg más poderosos nada mejor que un súper propulsor de gasóleo en el Q7. De esta tecnología la firma de los aros sabe mucho, tanto como para batirse con ella en los monoplazas que dispone en carreras de resistencia como las 24 Horas de Le Mans.
Además, es obvio que el consumo sigue favoreciendo a los diésel, aunque como veremos cuando el propulsor tiene el tamaño de los empleados por los trailer de gran tonelaje las cifras no son, precisamente, de utilitario.
Interior
El SUV insignia de los aros, con detalles estéticos exclusivos -paragolpes de acero, spoiler frontal y doble trasero, escapes ovales encastrados, luces diurnas de led, retrovisores cromados…- es enorme, tanto que cuesta entender cómo la gama ha calado en España pese a lo difícil que resulta maniobrarla en la mayoría de calles y aparcamientos. Es más, pocos túneles de lavado admiten los 2 metros de anchura de esta versión -17 mm superior a la de otros Q7-, y no hay muchas plazas que acojan sus 5.063 mm de longitud.
A cambio, el habitáculo es generoso hasta para 7. Desde 2.070 euros ofrece 2 plazas independientes en la segunda fila -por 150 euros ajustables 80 mm en longitud-, mientras que las que configuran la tercera, para chavales, suponen 1.275 euros. Si las abatimos todas la superficie de carga es plana y diáfana. El maletero pasa de 775 litros con 5 a bordo a 2.035 con sólo 2, y en la última configuración libera 2×1,10 metros para meter objetos, que son 1,10×1,10 con 5 pasajeros y sólo 0,44×1,10 con el cartel de aforo completo colgado.
El acabado es excelente, pero las butacas independientes de las filas 2 y 3 vibran sobre baches. El puesto de conducción, salvo por un climatizador bajo, es ergonómico, parecido al de un A6. Por último, el equipo es completo, aunque con lagunas incormprensibles valorando sus 147.920 euros: portón eléctrico, ESP con modo offroad, suspensión adaptativa neumática -sube o baja la altura hasta en parado, y también se endurece-, bixenón, navegador, cuero o techo de Alcántara van incluídos, pero el control de crucero adaptativo no -1.745 euros-, el cambio automático de largas a cortas tampoco -170 euros- y, peor aún, la llave inteligente de acceso y arranque cuesta 1.270 euros. Por supuesto, puede gozar de sibaritismos como sonido Bang&Oluffsen -6.745 euros-, con 1.000 vatios y 14 altavoces, Lane Assist -645 euros- o Side Assist -700-, luz adaptativa -510 euros-, llantas de 21 pulgadas -desde 585 euros-…
Comportamiento y Prestaciones
De todas formas, la exhuberancia del Q7 V12 TDI reside bajo el capó. Y es que su demoledor 6.0 V12 biturbo common rail, con 48 válvulas y una baja compresión -16:1-, arroja 500 CV a sólo 3.750 rpm y, agárrate, 1.000 Nm de par máximo desde 1.750 vueltas, hasta 3.250.
Pesa una barbaridad –2.680 kg-, pero se catapulta como un demonio: 0 a 100 km/h en 5,5 segundos -como un ligero Porsche medio– y 250 km/h de máxima -desde 200 le cuesta progresar por su enorme superficie frontal y un Cx discreto, de 0,35-. El cambio automático secuencial, mediante convertidor, adosa levas y suma 6 marchas, las últimas largas para ahorrar en lo posible. Sobre esto, no exige lo que sus competidores de gasolina, pero que nadie se engañe: los 11,3 litros a los 100 km que anuncia se van a 13 o 15, y si vamos «alegres» a 20 e incluso 30 a los 100. Por lo menos, con 100 litros de tanque -98 euros llenarlo- da para unos 700 km.
Buenas noticias: ese vértigo de cifras, sobre todo tratándose de un diésel, casa con un comportamiento a la altura de lo esperado. De acuerdo, su generosa masa arrastra inercias a las que mejor acostumbrarse, porque gana velocidad con una facilidad que pasma y pararlo tiene su aquel. Lógicamente, no está pensado para culebrear, ni es un deportivo nato, sino un rodador de fondo.
La suspensión, que absorbe de cine los rotos del suelo, permite un movimiento ajustado. Y frena bien, pero sus discos cerámicos con pinzas de 8 pistones exigen pisar el pedal con ganas -chirrían pero resisten sin palidecer un trato salvaje-. Por cierto: mejor limitar las salidas camperas del Q7 V12 TDI a pistas en buen estado, pues pese a contar con tracción total Quattro mediante diferencial Torsen carece de ayudas adicionales -reductoras, control de descensos…-, los neumáticos y llantas escogidos no permiten diabluras en entornos hostiles y no lleva rueda de repuesto, sino kit.
¿Merece la pena un coche así? A nosotros nos parece exagerado por donde se mire, sobre todo habiendo un Q7 4.2 TDI de 340 CV -desde 84.580 euros– que es un «tiro» y resulta un pelín más racional, aunque si el tamaño importa…
Destacable
– Prestaciones.
– Calidad y confort de marcha.
– Habitáculo amplio y versátil.
Mejorable
– Precio, peso y consumo.
– Tamaño inadecuado para España.
– Lagunas de equipamiento.
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