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En la sede del equipo McLaren

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19 de diciembre, 2006

Visitamos Paragon, la singular sede del equipo McLaren-Mercedes y el sueño de Ron Dennis hecho realidad

Visitamos Paragon, la singular sede del equipo McLaren-Mercedes y el sueño de Ron Dennis hecho realidad



Motor16 tuvo la oportunidad de visitar Paragon, la singular sede del equipo McLaren-Mercedes. Un entorno profesional y tecnológico que se aleja de la realidad cotidiana.


Ron Dennis siempre tuvo un sueño: desde la mesa de su despacho quería disfrutar de un paisaje de agua y un mar de árboles que rodearan un espacio tecnológico completamente ajeno a la rutina industrial. Para ello, plasmó su visión junto a uno de los mejores arquitectos del mundo, Norman Foster. El resultado es el McLaren Tecnological Center, también conocido como Paragon, inaugurado en mayo de 2004. «Nuestra compañía es la gente. Esta instalación ha sido conceptuada para motivarles e inspirarles ». Esa fue la visión de Dennis.


 Desde la misma entrada, y a través de inmensas praderas, se percibe su peculiar obsesión por el detalle. La perfecta alineación de largas sucesiones de arces y robles refleja la pulcritud mental del patrón de McLaren. La sede de las diferentes divisiones bajo el paraguas de la firma también está concebida con la mente puesta en los numerosos visitantes que cada año recibe Paragon. A la izquierda del edificio son desviados estos; a la derecha, los empleados. De frente, una construcción que se eleva imperceptiblemente.


La verdadera dimensión del edificio se llega a apreciar en la puerta de entrada, cuando sus onduladas formas se funden con el gran lago artificial de 50.000 metros cúbicos de agua que rodea la mitad de la construcción. En Paragon no hay aristas ni esquinas. Su iluminación difusa, ni cálida ni fría, evita prácticamente las sombras. Los espacios son abiertos, limpios, con una fuerte presencia de la luz natural. El edificio cuenta con mucha superficie acristalada que permite disfrutar de los miles de árboles plantados, las enormes extensiones de hierba y el lago, que además disipan las enormes cantidades de calor que produce un increíble y costoso túnel de viento en funcionamiento las 24 horas del día.


Paragon alberga la sede del equipo de Fórmula 1, gran parte de la línea de construcción del famoso Mercedes McLaren SLR, la división de marketing y otras empresas del grupo. Su superficie podría albergar nueve Jumbos 747. El recinto de entrada, una enorme y sinuosa estructura de aluminio y cristal, resume la personalidad de las instalaciones de McLaren, en las que Ron Dennis ha vigilado hasta detalles como el alineamiento de las baldosas. «Hay un ejército de limpieza en McLaren», nos precisan, ya que este aspecto representa una verdadera obsesión para el propio Dennis.


El monoplaza de Kimi Raikkonen nos da la bienvenida. Según se avanza, a la izquierda, se encuentran las instalaciones de montaje del SLR –la palabra fábrica es totalmente inapropiada en este entorno–, un deportivo con seis meses de lista de espera y 470.000 euros de precio. En el mismo hall se tiene acceso visual pero no físico a algunas de las secciones de montaje de los monoplazas. El diseño de Paragon ha sido concebido para que los visitantes queden impresionados por la exhibición de tecnología futurista y por la historia deportiva y empresarial de McLaren. Pero se ha concebido para que los visitantes sólo tengan acceso a zonas no vitales. A medida que se avanza hacia alguna de las áreas susceptibles de visita –está prohibido hacer fotos–, nos reciben los McLaren GTR, y poco más allá algunos los últimos monoplazas campeones del mundo. Metros más adelante hallamos las enormes vitrinas que albergan todos los trofeos obtenidos en la historia de McLaren.


Por contrato, los pilotos han de entregarlos al equipo, y si desean réplicas deberán pagarlas. Alain Prost no entregó el que consiguió en Monza en 1989. Más tarde se lo devolvió a Ron Dennis. Podemos ver, pero no pasar al departamento de cableado de los Fórmula 1, ni al autoclave para el «horneado » de las piezas de fibra de carbono, ni a la sección responsable de las cajas de cambio (sólo en este concepto el presupuesto del equipo alcanza los cinco millones de euros)… Entramos exclusivamente al acceso al túnel de viento, unas instalaciones con un coste excepcional, pero vitales para el desarrollo y la evolución de un Fórmula 1. No hay posibilidad alguna de ver su interior. Otras muchos departamentos del equipo quedan lejos de nuestros ojos.


 En Paragon no hay ruidos ni se oyen voces: los empleados –vestidos de un elegante uniforme negro– se deslizan imperceptiblemente por pasillos y zonas de trabajo. El mobiliario ha sido expresamente diseñado para las instalaciones. No hay cableados en el edificio, no se ven enchufes. «Si quieres ser astronauta, debes ir a McLaren», comentaba irónicamente uno de los principales responsables de un equipo rival. La asepsia de quirófano impregna todo el centro, pero sin llegar a caer en una atmósfera gélida y despersonalizada. «Estas instalaciones permitirán diseñar el coche ganador que queremos ofrecer a Fernando Alonso», señalaba Dennis en la rueda de prensa posterior a la visita.


Dentro de los objetivos que se plasmaron en Paragon era prioritario crear «un entorno de trabajo que invitara a los mejores a unirse a McLaren». «Aquí está lo mejor de lo mejor», nos señala Pedro Martínez de la Rosa. Tras visitar Paragon, se tiene la impresión de haber entrado no sólo en un espacio arquitectónico único, sino también en otra dimensión tecnológica, profesional e intelectual. A partir del 1 de enero, Alonso se introducirá en ella.

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