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Bioetanol

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04 de junio, 2007

Es un alcohol obtenido a partir de productos como el maíz, el sorgo o las patatas, que se puede repostar ya en algunas estaciones de servicio de nuestro país, menos contaminante que los carburantes derivados del petróleo y, a diferencia del hidrógeno, fácil de producir y almacenar.

Es un alcohol obtenido a partir de productos como el maíz, el sorgo o las patatas, que se puede repostar ya en algunas estaciones de servicio de nuestro país, menos contaminante que los carburantes derivados del petróleo y, a diferencia del hidrógeno, fácil de producir y almacenar.




Es un alcohol obtenido a partir de productos como el maíz, el sorgo o las patatas, que se puede repostar ya en algunas estaciones de servicio de nuestro país, menos contaminante que los carburantes derivados del petróleo y, a diferencia del hidrógeno, fácil de producir y almacenar. Se trata del bioetanol, una composición de etanol y gasolina en diferentes proporciones que, sin embargo, depende del precio de los cereales, como ha quedado de manifiesto con el cierre temporal de la planta de Babilafuente, en Salamanca, por la carestía de la cebada.


 Ahora que todavía no se han apagado los ecos de la última campaña electoral, donde todos los candidatos, en pleno alarde peripatético, mostraron la excelente disposición de sus partidos por contribuir a unas localidades limpias y sostenibles, con un transporte de calidad propulsado por energías renovables, no está de más plantearse si algunas de esas proclamas lanzadas al viento de las multitudes encalabrinadas en los mítines son viables. Es el caso de la propuesta de incentivar el uso de combustibles no derivados del petróleo, como el bioetanol, un compuesto de etanol –alcohol líquido obtenido de materias primas como la caña de azúcar, los cereales o la remolacha– al 85 por ciento y gasolina en el 15 restante.

Lo cierto es que, junto con el biodiésel, la variante de esta mezcla para los motores de gasóleo es ya el biocombustible más utilizado en España y en las últimas semanas se han presentado algunos proyectos que podrían revitalizarlo, pero no es menos verdad que las primeras dudas reales respecto a la viabilidad de esta fuente de energía en nuestro país han empezado a surgir, precisamente en este mayo electoral, cuando la dirección de Abengoa, propietaria de la planta de bioetanol en la provincia de Salamanca (con una capacidad de 175.000 toneladas al año), ha anunciado que la factoría continuará cerrada de momento, porque la cebada está a un precio exorbitante y no hay forma de vender el producto en el mercado español.

El bioetanol se ha presentado como la apuesta más firme para el futuro de los combustibles en motores de gasolina, mucho más viable que el hidrógeno, cuyo almacenamiento y transporte sigue sin resolverse por los riesgos que podría suponer en caso de accidente. Siempre se menciona el ejemplo de Brasil, el mayor productor y también consumidor mundial de este biocombustible, gracias a la industria nacional que comenzó a desarrollar en la década de los ochenta. En el país carioca, la principal materia prima es la caña de azúcar, frente al maíz usado en EE.UU. En Europa, los suecos son los más aventajados, pues cuentan con un parque automovilístico de más de 40.000 vehículos que emplean un 85 por ciento de bioetanol y un 15 de gasolina.

En los Estados Unidos, el Gobierno se fijó el objetivo de alcanzar los 7.500 millones de galones antes del año 2012 con todos los biocombustibles, un propósito que hará que se doble la producción de los derivados del etanol. En España funcionan varias plantas de producción: Curtis, en La Coruña, y Cartagena, con sendas capacidades de 80.000 toneladas, y la ya aludida de Babilafuente, cuyo cierre indefinido pone en peligro los planes trazados por el Instituto de Ahorro y Diversificación de Energía, que señaló que nuestro país podría producir una buena parte del etanol que precisa la Unión Europea: unos 2,5 millones de toneladas o, expresado en hectolitros, unos 30 millones, de los que nuestro país podría proporcionar unos 15, que serían la solución para los excedentes del cereal y la producción vinícola.

NUEVOS PROYECTOS COMBINADOS
En un intento por abrir nuevas vías en búsqueda de combustibles más ecológicos, la primera semana de mayo la empresa Automovilidad presentó el primer vehículo trifuel fabricado en nuestro país. Se trata del Saab 9-5 Biopower, un coche al que se ha incorporado un sistema de propulsión por gas auto GLP, puesto que ya contaba con bioetanol E85 (una mezcla del 85 por ciento de etanol y sólo un 15 de gasolina) y gasolina sin plomo. Pero, como explica Manuel Luna, director de Márketing del Grupo Atisae, presenta algunos inconvenientes difícilmente superables hoy, como el hecho de que cuesta unos 2.000 euros más que un vehículo de las mismas prestaciones y equipamiento y apenas hay puntos de suministro del gas que, sin embargo, es más barato.

«En realidad, este proyecto aspira a concienciar a la población de los beneficios de los vehículos flexibles, ya demostrados en países como Suecia o Brasil, pero también al Gobierno de la necesidad de incentivar el consumo de estos combustibles mediante la rebaja del precio de venta al público», explica Luna. Otro proyecto que cuenta con grandes posibilidades es el biobutanol, un biocombustible avanzado donde se han involucrado la petrolera BP y DuPont. Se trata de un combustible no corrosivo, que puede ser distribuido a través de las canalizaciones existentes, como los oleoductos, y utilizado directamente en los coches de gasolina sin necesidad de modificarlos. Los primeros resultados indican que ofrece un rendimiento similar al de la gasolina sin plomo: una alta densidad energética, una volatilidad controlada, un octanaje suficiente y bajos niveles de impurezas.

Las pruebas confirman que las mezclas de biobutanol a un volumen del 10 por ciento rinden de una manera similar a la gasolina sin plomo. Según David Antón, director de DuPont Biofuels, más de un centenar de científicos e ingenieros de esta compañía trabajan en conseguir que los procesos energéticos avanzados se conviertan en una realidad. «Apostamos por una estrategia que incluya biobutanol y soluciones de combustibles basados en celulosas y en semillas y cultivos», explica.


PROS
– Es una energía renovable.
– Reduce la dependencia del petróleo.
– Las emisiones son menos contaminantes (entre un 40 y un 80 por ciento menos de gases de efecto invernadero) y aumenta el octanaje del combustible. Pero los beneficios medioambientales son más directos, porque el aire de las grandes ciudades tiene menos polución y se reduce la lluvia ácida.
– En las mezclas ya comercializadas no es necesario modificar los motores.
– El almacenaje y la producción son sencillos, frente a otras fuentes de emisiones cero, como el hidrógeno.

Y CONTRAS
– Si se quiere utilizar en estado puro, sin mezclas con la gasolina, es necesario modificar el motor, aumentando la relación de compresión. Además, se debe variar la proporción de combustible y aire e instalar unas bujías más resistentes a las mayores temperaturas. También se tiene que añadir un dispositivo que facilite el arranque en frío. Todos estos cambios suponen un importante coste económico para el usuario.
– Ofrece un balance energético negativo; es decir, la energía que precisa para desarrollarlo proviene de combustibles fósiles y es mayor que la energía producida al quemarse en el motor del coche.
– Los esfuerzos de las distintas administraciones españolas son puramente simbólicos, porque no hay una red amplia de estaciones de servicio donde poder repostar este producto. Un conductor que partiese de La Coruña y quisiera llegar a Cádiz con este biocombustible difícilmente podría hacerlo porque los puntos de distribución todavía son muy insuficientes.
– Algunos estudios recientes alertan de que la influencia negativa del bioetanol en la concentración de ozono en el aire es muy superior a la de la gasolina derivada del crudo. Algo que, de confirmarse en nuevos informes, desbarataría el valor medioambiental de esta mezcla, pues cuando se sobrepasan los límites máximos de ozono, las personas con algún tipo de problema respiratorio y los ancianos deben extremar las precauciones y, en algunos casos, no salir de su domicilio.
– El crecimiento de la producción de determinados cereales, como el maíz en los EE.UU., significó la caída de los precios, un fenómeno que obligó a muchos agricultores pequeños a alquilar las tierras de labranza a las grandes compañías latifundistas.

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